Me tiro encima del colchón. Hace varios días que la funda del nórdico, solo la funda, descansa a los pies de la cama. La sábana sigue con el embozo bajo la almohada. No tengo intención de echarla hacia atrás. La ventana está abierta. La persiana a media altura y la cortina deja pasar el aire, y el techo de los vecinos del cuarto en veinticinco centímetros que quedan para dejar que cualquiera de los pisos de enfrente , siempre a partir de la tercera planta, pueda asomarse a una parte de mi colchón.
En mi lado de la cama, aún sigo diciendo mi lado de la cama, parece que entra algo de aire. En los tres últimos días ni aire, ni fresco, ni siquiera un olor a tierra mojada, o flores. Solo calor. Mucho calor es lo que ha entrado por la ventana los otros días. Pero la esperanza de dormir un día tranquilo seguimos poniéndola en la naturaleza, en la climatología, como si la meteorología tuviese algo que ver con ese puto insomnio que viene desde el otro lado de la cama.
Cierro los ojos. Me concentro en dormir. Una oveja, dos ovejas. ¿quién fue el estúpido que empezó a contar borregos? ¿a quién le ha funcionado ese simpleza matemática ganadera alguna vez? Borro las ovejas de mi mente. Quizá... ¿Como era aquella canción? ¡Si, esa de Pabellón! Una alemana me la meneaba en una tienda de campaña, y como venía que no me corría fue a llamar a otra alemana. Esua canción cantada con la música de aquel elefante que se balanceaba en tela de araña, consiguió meter en una tienda de campaña a una cantidad increible de germanas que masturbaban al tipo de pabellón. mochileras, porque lo suyo es que sean mochileras, en tiendas de campaña. Miro la luz del cuarto. Mis vecinos de enfrente aún no se han decidido irse a dormir. Me dan ganas de masturbarme. Puede que entonces duerma feliz. Duermo solo con un boxer. Me lo quito, El ordenador sigue a mi lado, Demostrándome con su luz que además de insomne soy un inútil que está escribiendo tonterías. Me dan ganas de apagarlo,
¡Eso si es digno de contar! No las putas ovejas. Me estoy empalmando pensando en alemanas
Desde la ventana un canto de chicharra en formato aparato de aire acondicionado con mas de treinta años, sonoriza la habitación. No para. Es continuo. También, mezclándose con la chicharra aérea, desde la otra habitación un ventilador sigue cansino girando a uno y otro lado. Como un partido de tenis nocturno al que hiciera mas emocionante soplar a la pelota. La chicharra y mi cabeza que no termina de acomodarse entre cojines. Unos vecinos, desconozco el origen, golpean rítmicamente el cabecero de su cama. Conozco baterías con menos ritmo que el que se empeñan en seguir estos vecinos. Y actores porno con menos aguante. (Supongo que serán los del primero. Aún mantienen la tónica de polvo diario con excepciones. La excepción suele ponerla un pequeñajo que llora. Hoy se mantiene callado, Los padres lo despertarán con sus golpes.)
En la planta cuarta, como un casillero de La rueda de la fortuna, se ilumina otra ventana. Otra mas grande, el salón, se apaga. Me gustaría mirar que hacen los vecinos del cuarto. Me gustaría entrar en su habitaciones como yo dejo esos veinticinco centímetros de ventana para que puedan curiosear en mi colchón. Pero hay poco que curiosear hoy. Un imbécil con portatil, un idiota que sigue machando el teclado escribiendo tonterías. Quizá... quizá sea necesario dejar de lado la pantalla. Quizá una página con rubias alemanas mochileras, hijas de Franciskaner, puedan entrar desde la pantalla del ordenador y terminar cerrando mis ojos. Encontrar el camino de Morfeo.
Desde mi lado de la cama un pie se atreve a cruzar una frontera imaginada. Su lado de la cama, aún sigo diciendo su lado de la cama, ha sido tomado por parte de mi pantorrilla. ¿Como se dormirá con la cabeza en su almohada? ¿Y si parte del cuerpo lo traslado a ese terreno fronterizo? Y si.. y si soy capaz de borrar las fronteras y me coloco en medio. Con mi pierna izquierda, mi brazo izquierdo, mi costillar izquierdo en el lado de ella, El resto descansa en su lugar habitual, la carne no entiende de fronteras y por primera vez un bostezo se apodera de la cama.
Dormir, debería dormir. ¿Como era? Si. Una alemana me la meneaba... No llego a mas de tres alemanas. Ahora si, la excitación ha sido general. Ha dejado de sonar el golpeo de los vecinos del primero. No, no puede ser. el pequeñajo llora, nadie que le haga callar. Los padres estarán colocándose un camiseta, un pijama, pocos se atreven a ir desnudos de sexo a apaciguar a su bebe.
El bebé deja de llorar y mis alemanas se han ido, a la misma velocidad que mi erección. Aunque Morfeo parece que está entrando con el bóreas de Sierra Morena.
Puede que esté llegando la hora de cerrar el portátil, mañana llegará la de arrepentirse de esta entrada. .
El insomnio da frutos inesperados... ;)
ResponderEliminarUn beso.
Pocas noches de insomnio tengo yo. Pero alguna que otra cae. De todas formas mi fuerte es acostarme tarde.
EliminarArg! que malas esas noches blancas.
ResponderEliminarPero que bueno ese día en que uno se da cuenta que la cama tiene un lado intermedio, ese del medio. A mí me ocurre que más bien lo echo de menos y en cuanto tengo posibilidad, lo invado sin ningún temor.
¡Venga Bubo! para la próxima no dudes... masturbación en el centro de la cama, el mejor somnífero.
Salud!
Curioso lo del lado intermedio. Da mas libertad. Buen somnífero, sin lugar a dudas, ese de la masturbación. (Mucho mas efectivo que los polvos.)
Eliminarjajajajajaja por un momento te he imaginado cn la picha tiesa, imaginando a alemanas y recibiendo esto!!!!
ResponderEliminarBuena imaginación. Espero que la hayas aprovechado para un momento placentero.
Eliminarjajajajajaja por un momento te he imaginado cn la picha tiesa, imaginando a alemanas y recibiendo esto!!!!
ResponderEliminarjajajajajaja por un momento te he imaginado cn la picha tiesa, imaginando a alemanas y recibiendo esto!!!!
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