En aquel arroyo de purita mierda era imposible que viviese una ninfa. Yo lo sabía pero papá se empeñaba en ir cada noche de San Juan para buscarla.
Pasé años sin volver por allí cuando mi padre murio. Pero este año la añoranza me hizo llevar a mi Juanito a aque paraje que afortunadamente había ganado en esplendor. Mas salvaje pero mas limpio.
Se nos hizo de noche cuando acabé de preparar una hoguera y empecé a contarle a mi hijo que allí podía vivir una ninfa.
- ¡Yo la he visto! -Me dijo.
Y empezó a describirla tal y como me la describió mi padre la primera vez.