La noche era tétrica. Quizá por eso Jerome nos había citado en aquel casería semiderruido. Era el momento de poner en marcha aquel experimento. Los cuatro hicimos un circulo y colocamos la Ouija delante. Jerome hizo una serie de aspavientos y nos instó a unir las manos encima del tablero. Un rayo cayó y todos recuperamos nuestras manos ocultándolas. Una mirada de Jerome nos hizo volver a colocarlas en su posición. Nadie quería quedar como gallina.
Jerome entonces comenzó a preguntar. El chupito de whisky que teníamos bajo nuestros dedos no se movió un ápice, mientras nosotros manteníamos los ojos cerrados. Parecía que ningún espíritu estaba en casa. Jerome insistió: ¿Hay alguien ahí? ¿Como te llamas?
Otro rayo cayó muy cerca. Abrimos los ojos cuando el vaso comenzó a moverse. J - E - R - O -M -E.
¡Jerome! Gritamos a la vez. Todos excepto él que había sido alcanzado por el último rayo.