Pues si. ¡Ya tocaban! Como le he dicho a Juana en un comentario, estoy en ese momento en que, después de una noche de jarana, estas llegando a casa con ganas de ir al servicio. A medida que se va acercando el baño sientes que no puedes aguantar más. Que vas a llegar en el momento justo, que si tu piso fuese una planta más arriba, o solo el baño dos metros más atrás te meabas en los pantalones. Así estoy yo. Si mis vacaciones, por cualquier circunstancia, se retrasasen unas horas me derrumbaría y me echaría a llorar. (Bueno, quizá sea excesivo, pero ¿entendéis, no?)
El caso es que las tenía perfectamente organizadas, con su escapada a una residencia de tiempo libre, sus días con el peque en plan padrehijo, algún viaje para ver a amigos... pero olvidé lo más importante: El futuro no existe, tú organiza lo que quieras que como haya un factor que no entre en los goznes que has marcado ya te puedes ir olvidando. Así que mis vacaciones se fueron al traste. Ahora ya solo espero que lleguen, con muchas ganas y sin ninguna mentalidad. Tengo varios viajes pendientes que, si salen bien, si no... ¡A tomar por culo! Lo que si tengo claro es que he vuelto a recordar que las cosas como vienen se van, que hay que buscarse la diversión y las pequeñas alegrías día a día sin esperar uno en concreto y que en los próximos días no tengo que ir a trabajar. (No creas, con mis compañeros me llevo muy bien y los voy a echar un poco de menos. Eso si lo "amortiguaré" con el grupo de WhatsApp. Los quiero pero no tanto como para perder mis vacaciones.) Ahora entre libros, cámara y juegos, (esto último va a ser obligado con el niño rondando) van a pasar los días. Lo único a lo que pienso obligarme en estos días es a tener una charla larga conmigo mismo. Preferiría playa, o terracita de verano pero el lugar lo va a elegir mi otro yo.