En el sofá, Rosa no paraba de reír. Le había sentado bien el canuto. Era la primera vez que la veía sin uniforme y la minifalda dejaba ver unas medias coloridas y brillantes que no hubiese sospechado en el trabajo donde la veía casi todos los días. Marta estaba a su lado, de pie. Bailaba, sin moverse mucho, todo lo que escuchaba. En la mano llevaba un vaso de tubo que parecía no acabar nunca. Llevaba con ellas un rato sin hablar y Rosa me extendió el canuto. Cuando me acerqué para darle una calada me invitó a sentarme palmeando el sofá. Se acercó a mi cara y me dio un beso en los labios. Seguía riendo.
- Estoy cansada. - Dijo Marta. - Creo que me voy a ir.
- ¿Quieres que te acompañe?
- No. Estoy bien. -Dijo y fue al dejar el vaso en la mesa.
Trastabilló antes de llegar. Rosa entonces dejó de reír y con un gesto me sugirió que la acompañase.
- Pero vuelve. - Me susurró al oído.
Marta caminaba mucho mejor en la calle. El aire fresco le sentaba bien. Incluso estaba más guapa. Llegábamos a su casa cuando fue a sentarse en el capó de un volswagen. De su bolso sacó un paquete de cigarros. Encendió uno. Me ofreció otro que rechacé mientras me apoyaba en la ventana del coche. Exhaló el humo como si con él se fuese parte de su vida. Me mira y por primera vez en la noche sonríe.
- ¿Sabes? - Me dice. - Me apetece follarme a alguien.
- ¡Joder Marta! Tenías un montón de tíos en el salón. Seguro que cualquiera hubiese estado dispuesto.
- ¡Muy complicado! Cualquiera de esos se hubiese enamorado. O yo de ellos. Además no tengo tiempo de tontear. Estoy cansada en serio. Y tengo ganas de irme a la cama. Te podías enrollar. ¿No?
- Tú espíritu romántico lo perdiste el día que te casaste. Que lástima.- Le susurré al oído cuando le metía la lengua en la oreja y con mi mano izquierda la envolvía por la cintura tocando su culo.
Marta dio una nueva calada al cigarro y lo tiró. El humo se me quedó en el pelo y con la mano libre comenzó a buscar en mi bragueta. La excitación me llegó antes de desabrochar el segundo botón. La agarré con las dos manos el culo y la subí al capó. Comenzamos a besarnos llenándonos la boca de lenguas bullangueras. Las manos subía y bajaban espaldas arramblando con las ropas que se interponían. Mi polla estaba en su mano y buscaba más abajo acariciando los huevos. La falda de Marta se resistía a subir pero sus bragas ya estaban en el suelo. Me humedecí los dedos con la saliva de su boca para acariciarle la entrepierna. No hizo falta. Marta ya estaba empapada y mientras una mano guiaba mi polla a su coño la otra me empujaba el culo para llegar mas adentro. Se tumbó en el coche sus piernas me rodeaban.
- ¡Follame fuerte! - Gritó en la noche.
La cogí de las piernas y esperé que nadie saliese del portal de sus pisos. La embestía con ganas mientras ella se dejaba hace. Se mordía los labios y cuando estaba a punto de correrme se levantó y cogió de la nuca.
- Espera. Todavía no.- Susurró mientras me agarraba el cuello con una mano y con la otra se iba pajeando.
Marta se corrió. Entonces me dejó que lo hiciera yo. Me sacó la polla de su empapado coño y me pajeó llenando se la mano de semén. De su bolso sacó un pañuelo y se limpió los dedos. Yo seguía con la polla fuera de la bragueta mientras me recuperaba. La luz de su portal se encendió. Volví a dejar todo en su sitio. Marta tiró el pañuelo y dándome un beso en la mejilla se despidió.
- Ya nos vemos. Vuelve con Rosa. Creo que te tiene ganas.
El portal se abrió. Un tipo con chaleco fluorescente salió y saludó a Marta. Ella entró.
Rosa estaba charlando con un tipo en el sofá cuando llegué. La saludé y me serví un whisky. Quedaba poca gente en el salón. Le hizo una señal al tipo y se marchó. Con un gesto me hizo que me sentase a su lado.
- Carlos ha ido a preparar una raya en el baño. ¿Te apetece compartirla?
Asentí.
Cuando Carlos salió del baño, Rosa y yo nos levantamos. Entré primero. Rosa agarraba al camello de la cara y le plantaba un beso. "Te debo una". Le dijo.
Fileteadas en el lavabo dos largas rayas se marcaban paralelas. Rosa sacó un billete de cincuenta y lo lió.
- ¿Aún te quedan de esos? Yo hace tres semanas que no veo uno. - Le comenté.
- ¡Anda! Tírale a esa.- Me dijo señalando la mas larga mientras se sentaba en water.
Aspiré la coca con ganas. Hacía tiempo que no la probaba y me entró estupendamente. Me estiracé saboreando el amargor de la coca que entraba por la traquea y noté como iba a todo el cuerpo. Tenía la bragueta justo delante de Rosa, con la cara mirando el techo. Entonces noté una mano. Dos botones saltaron rápidos. El tercero tardó pero fue el detonante para que mi polla volviese a ponerse en acción. El cinturón se abrió con un gesto de ella. Los pantalones calleron a las rodillas. El boxer no podía contener la erección y Rosa ayudó a que saliese con una de su manos. Se la llevó a su boca y empezó a chuparmela. Me costaba trabajo respirar. Mi cabeza iba del pelo de Rosa a los halógenos del techo. El cielo y el infierno en un baño. Estaba completamente empalmado cuando Rosa paró. Se levanto del water y se subió la minifalda. Sus medias coloridas le llegaban a los muslos. Se quitó las bragas y me colocó detrás. Cogió su billete de cincuenta y se abrió de piernas. Mi polla entró en su coño como un cuchillo en la tarta. Sin oposición.
- Despacio. - Me pidió. - Si no no voy a dar con la raya.
Me moví lentamente. Rosa se iba metiendo la raya con parsimonia. Cuando acabó se estirazó y colocó las manos en la pared. Me empujó con su culo en mi tripa.
- Ahora. ¡Si! ¡Fuerte!
No tuvo que repetirmelo. Comencé a bombear mientras mis manos iban de su culo a sus tetas. Ella aguantaba las embestidas con las manos estirazadas. Una de sus manos se dirigió donde habían estado las dos rayas hacía poco menos de tres minutos. Pasó un dedo por el lavabo y me lo ofreció. Lo chupé. Estaba muy excitado. Lo cogí ese dedo y se lo llevé a su coño. Mientras seguía entrando y saliendo del coño de Rosa le obligué a que se frotara el clítoris con el dedo. Los muslos de Rosa empezaron a empaparse. Yo me corrí. Terminé en dos embestidas más lentas. Recreandome. Rosa se bajó la falda. Nadie hubiese dicho que acababamos de follar viendola tan arreglada. Con sus bragas se secó los muslos. Después las dejó en el bolso. Se mojó las manos en el lavabo y me agarró la polla. Me la limpió de semén y volvió a mojarlas.
- ¡Anda, guarda eso!- Me sonrió. - ¿No te quedaba un cigarro por ahí? - Y diciéndolo me cogió del culo buscando la pitillera.
Nos besamos antes de salir del baño. En el salón dos personas se morreaban en el sofá donde antes estábamos sentados.
- ¿Por qué no me llevas a casa y terminamos la noche? - Me propuso Rosa.
Y yo acepté.