31/8/12

...

Los comentarios son libres, pero los hechos son sagrados. 

Scott, Ch. P. 

La cita.

Volvíamos cansados. Era un sábado en el que ninguno de los dos esperábamos regresar juntos. Ella había quedado con un tipo al que conoció por internet y, aunque su equipaje estaba en la habitación de invitados, en el bolso llevaba una tanga negro dentro de lo que parecía un huevo kinder.  Antes de salir de la casa me lo había enseñado mostrándome las intenciones de loba que traía.

- No me como un rosco desde hace lo menos tres meses. - Me había dicho.- Hoy triunfo.

Cristina era de esas compañeras de trabajo que, cuando te das cuenta que no te la vas a follar,  terminas haciéndote amigo suyo y contándole todos tus neuras. Vivía fuera de Córdoba y a veces se quedaba en casa cuando en el curro salíamos tarde o nos íbamos de marcha. Miraba el final de un partido de basket cuando ella se plantó en el salón y girándose me preguntó:

- ¿Como estoy?

Llevaba un vestido blanco, uno de esos de encaje y minifaldero que dejaba ver sus piernas largas y morenas.    su pecho, sin ser abundante, le marcaba todo el talle luciendo una figura espectacular. Llevaba el pelo suelto y tacones de cuña. Cristina era alta y sabía sacar todo el juego a ese tipo de vestido.

- ¡Que hija de puta!- Le dije- ¡Estás buenísima! ¿Me quieres decir porque cuando quedas conmigo no te pones en ese plan?
- Por que contigo no tengo intención de follar.
- Anda tía guarra, tírale ya para la calle que todavía dejo el partido y te meto de todos menos miedo. - Bromeé.
- Mañana nos vemos en el curro. Tráeme la bolsa pequeña que he dejado en la habitación ¿vale? He dejado ropa en el trabajo pero no tengo el maquillaje.
- Vaaaale.- Contesté.- Si el tipo es un imbécil dame un toque. Yo estaré en la calle. Me llamas si necesitas algo. Aunque con esa pinta que llevas creo que no vas a necesitar nada de mi. Consigues lo que quieres. ¡Seguro!. Venga para afuera que si no...

Me levanté del sofá como si me fuese a abalanzar sobre ella y sonriendo coqueta abrió la puerta de la calle. Me lanzó un beso desde el dintel y cerró.

Dos horas más tarde recibí una llamada suya para recogerla en el centro y, sin pensarlo mucho, terminé la cerveza, me despedí de los amigos fui a buscarla. Cuando llegamos a casa se cambió de ropa. No traía pijama así que se colocó una de mis camisetas que se le quedaba poco más corta que la minifalda que llevaba. Ella cogió media tarrina de chocolate que quedaba en el congelador y a mi me puso un whisky. Cuando nos sentamos en el sofá empezó a contarme.

Al parecer el tipo si que era un imbécil, tan imbécil que había perdido las ganas de follárselo una hora después de conocerlo, tan imbécil que no supo aprovechar la media hora que le ofreció de margen para que dejara de equivocarse. Tan imbécil que nunca más volvería a verlo. Así que cansada de esperar imposibles lo había dejado en el restaurante y me había llamado.

Había terminado mi whisky y la dejé en el sofá con el helado.
- Me voy a la cama. - le dije. - ¿Te vienes?
Sonrió y me dijo que no. Siguió con el helado mientras buscaba el mando a distancia de la televisión.

No habría pasado más de cuarenta minutos, me había despertado la luz de la televisión que se iluminaba en el pasillo. Cristina seguía en el salón. lo que no sabía era si dormida o despierta. Era dificil escuchar lo que tenía puesto pero notaba los cambios de escena. Me levanté para apagarle la tele. La manía de dormir con boxer hacía que mietras me levantaba sin hacer ruido para no despertala notase una corriente helada. A medida que avanzaba comenzé a escuchar la escena. Eran gemidos. Se había dormido y había comenzado una película porno. Preste atención y antes de entrar en el salón me di cuenta que todos los gemidos no eran iguales, algunos no venían de la película. Me asomé discretamente al salón y allí vi a Cristina, en el sofá, con mi camiseta levantada hasta su ombligo, la mano derecha bajo sus bragas y la izquierda en un un pecho. La boca entreabierta era la causante de mi insomnio. Sus gemidos me habían despertado. Respiraba profundamente mientras la mano seguía acariciandose. Las piernas abiertas parecían buscar un apoyo, una parada. Parecían buscar la polla que no habían encontrado esa noche.

Cristina notó mi presencia. Lejos de alterarse sonrió y palmeando uno de los lados del sofá me dijo:
-Anda, sientaté aquí.
-¿Necesitas ayuda? - Le pregunté mientras miraba sus bragas empapadas.
- No guapo. Ya me basto sola.- Rió.- Lo que necesito es que estes aquí. - Y volvió a palmear el lado del sofá.
Me senté diligente a su lado mientras seguía mirando la escena de la televisión. Un tipo abría de piernas a una chica y arrodillándose comenzaba a comerle el coño. Cristina entonces, como si fuese a ella a quien le metían la lengua se frotaba con una mano abriendo y cerrando sus piernas. Mi mano izquierda rozaba su muslo y con la derecha me desabroché el boxer. Empecé a tocarme la polla. Miraba como los dedos de mi vecina de sofá se perdían en su coño, como salían húmedos y volvían a meterse hasta llegar a la palma, como buscaban, siempre, ir más allá. Su respiración era pausada, acompasándola a la de la chica de la televisión. La mía comenzaba a ser más agitada. Si no paraba en ese momento me correría en cuestión de segundos. Cristina pareció darse cuenta y poniendo su mano en las mías me obligó a retirarlas de mi polla. Entonces apretó como si quisiera estrangularla. Noté como una primera sacudida de semén subía por la polla pero no llegaba a salir. Solo un líquido viscoso asomó por la punta de mi polla mientras su mano seguía apretando relajando mi orgasmo. El tipo de la televisión tenía a la chica en cuclillas ahora chupándole los huevos. Cuando Cristina notó que estaba otra vez relajado fue soltándome la polla, su dedo pulgar se encargó de recoger lo el líquido preseminal y refregarlo por el glande, entonces me soltó la polla. No había dejado de masturbarse y se bajó el tanga. Se giró para mirarme  y abriendo las piernas puso su coño en mi cara.

- ¡Anda! - Me dijo.- Hazme ese favor. -

Y entonces , abriéndose con dos dedos los labios me dejó al descubierto su coño. Comencé a chuparlo como si fuese el helado de chocolate en un mes de agosto. Rápido, con ansia, como sin que le diese tiempo a derretirse y perderse por la galleta. Cristina estaba empapada y miraba la película. El tipo embestía una y otra vez a la chica que jadeaba. Ahora los jadeos que oía no sabía si provenían de la tele o de ella. Cristina me sujetó del pelo y me empujó contra sus piernas. Quería más. Quería terminar su noche con una corrida brutal y a estas horas le daba igual que fuese el tipo de la cena, el actor porno, ella o yo, quien se la proporcionase. Sus piernas me apretaban la mandíbula haciéndome daño, sus dos manos me tiraban del pelo mientras me empujaban a su sexo, noté como se derramaba en mi boca, su líquido caliente me alumbraba la barba. Durante unos segundos estuvo así, contraída, relajándose, después comenzó a despegarse de mi. Instintivamente me eché la mano a la mandíbula, como para ajustarmela y entonces ella sonrió.
- ¿Te he hecho daño? - Preguntó melosa mientras se levantaba del sofá.
- Bueno... - Le respondí yo mientras volvía a hacer el gesto con una de las manos mientras la otra iba a acariciarse la polla.
Cristina entonces acercándose a mi cara pasó su lengua por mi cara y volvió a recuperar los líquidos que había dejado.
- Ahora te lo arreglo.- Me dijo al oído. Mientras comenzaba a arrodillarse delante de mi.
Cristina fue bajando sus manos, su cuerpo y su cara a mi polla que estaba a punto de reventar. Con sus manos cogió las mías y me las puso a cada lado de las piernas. Me embistió con su cabeza, como cuando jugabamos a trompacarnero, para echarme atrás en el sofá y comenzó a comerme la polla. Cristina no chupaba la polla, Cristina la engullía. Su boca era una vagina y su lengua jugaba a aprisionarme. No le duraría mucho a ella y lo sabía. Cuando moví las manos para retirarle la cabeza volvió a sujetármelas. No tardé en correrme en su boca y entonces sacó mi polla de ella. El semén le corría por los labios e incorporándose se puso sus ojos a la altura de los míos.
- Es tuyo. - Decía mientras volvía a pasar su lengua por mi cara.-
Cristina se levantó y cuando intenté retenerla me echó la mano a un lado. Voy a la ducha me dijo. Mañana empezamos temprano y es tarde.
En la televisión la chica de antes se encontraba ahora haciendo un trío con otras dos chicas más. Me toqué la polla flácida. Apagué la tele. No iba a poder dormir mucho ese noche y el domingo tenía pinta de que sería uno de esos días raros.



30/8/12

El pintor.

La araña se le acercó. Él seguía con la boca abierta y aprovechó para tejer allí su tela. La clase había terminado, los demás alumnos habían recogido y hacía ya mucho tiempo que la modelo se había vestido y salido de la habitación.

Por fin cayó una mosca en la telaraña.

29/8/12

Princesa.


- Solo me queda para dos rayas.
- ¡No! No. Hace tiempo que ya no...
- ¡Venga! Una chiquita de esas que te gustaban tanto.
- ¡No! Niña. Ya no...
Entonces se agachó, aspiró la raya más gruesa y volví a verla como antes, contenta, feliz, deseando comerse el mundo.¡Espectacular!
- A mi no me puedes decir que no. - Me dijo pasándome el tubito.
Y tenía razón. No pude negarme y aspiré esa raya pequeña, diminuta, una raya que ahora sabía a fracaso, a lástima, a despedida.
- Es una pena que no quede más. ¿Verdad? ¿No tendrías cincuenta euros? ¿O treinta? A ver si puedo llegarme...
No la dejé acabar. Busqué en los cajones y encontré dos billetes de veinte. Se los entregué. Ella se acercó a la puerta y se despidió.
- Hasta luego. - Me dijo.
- No, niña. Ya no. Ya solo... Adiós

Y nunca más volví a querer saber de ella.

He vuelto.

He vuelto a saltarme una misa de difuntos, una cena de amigos y un polvo que me ofrecieron solo por escucharla quejarse de su marido.
He vuelto a olvidar el móvil en el bar de Sebas, a tirar las zapatillas en un balcón y a hacerme socio del eterno colista que es el equipo de en mi barrio.
He vuelto a las noches en vela, a los cafés a deshoras, a fumar sin pensar que tengo pulmones, a fotografiar lágrimas en el espejo, a buscarte en las sábanas que abandonaste.
He vuelto a escribir sin pensar mañana puede volver a amanecer.

27/8/12

Hopper.



Los dos se han vestido para la ocasión. 
-Esta noche o nunca- Piensa él. 
-Esta noche o nunca- Piensa ella.
Y ninguno de los dos termina por decidirse en una noche de verano que se les hará eterna.

17/8/12

...

Es menester que nos juntemos y vayáis a la guerra. 

Padre de Bubo dixit.

15/8/12

Tengo hambre.



Tenía hambre. Su estómago había dejado de gritar, ahora, después de tantas horas rugiendo tenía el mismo sonido que la Filarmónica de Viena. Siguió caminando y al pasar por una de esas calles de la judería, una de esas que lo mismo pregona las miserias de las vecinas, que lo mismo te guardan el misterio de la santísima trinidad, olió a fritanga. ¡Huevos! Pensó. Con ajitos y chorizo. Entonces se agarró a la reja de la casa. De su  boca empezaron a salir uno por uno todos los músicos que habían estado ensayando en su estómago. Se situaron cerca del plato y, dejando sus instrumentos de lado, comenzaron a comer. Cuando acabaron, barrigudos y cansados, volvieron a entrar en el cuerpo del tipo. La sensación de vacío había desaparecido, al igual que la música que emanaba de su estómago, pero él... seguía con hambre. 

14/8/12

Ice.

Solía llevarle cubitos extra cada media hora. Entraba despacio, sin ruido, mientras ella bailaba para el hijo de puta de turno. A veces solo me daba tiempo a echar una ojeada rápida. Su piel brillante, húmeda, la boca abierta, sensual, sus piernas chorreando hacían que fuese el centro de atención de la sala. 
- Unas gotitas de ginebra. - Me pedía para cada cubito que le llevaba. 
Y yo se los preparaba especiales para ella. Con esas gotitas de ginebra, con un "algo más" para que ahora ella pueda estar en casa. A mi lado. Estática. Conservada en ese hielo que tanto le gustaba. 

13/8/12

Premonición.

Me da miedo ejercer de adivino, por que lo estoy viendo venir.

Bubo

11/8/12

59

- Nos estamos quedando sin sitio.¿Alguna propuesta? - Pregunta Satanas a los demás diablos.
- Podemos refreirlos primero en la plaza de las tres culturas, en Córdoba.



Lo peor es que aceptaron la propuesta.

Sanchez Gordillo.

Griñán a Valderas:
- A ver si pones orden en tus filas. Dile a Gordillo que los políticos no robamos. ¡Ehhh! En los supermercados, quiero decir.

1/8/12

...y comieron perdices.


Es su décimo aniversario juntos. Ella le pide retornar al lugar que se conocieron, recordar su primer beso, aquel lugar que les dio tanta ilusión, tanta felicidad. Necesita sentir que aún lo ama como antes. Después de reconocer una última infidelidad él no puede negarle nada y los dos viajan hasta aquel estanque. Cuando se acercan a la orilla se miran con ojos brillantes. Es entonces cuando ella le empuja y cae al agua. Sus piernas vuelven a convertirse en ancas y ella no deja de repetirle: Sapo baboso.




Pues otro de los micros de miércoles de radio. Por cierto, el otro día en uno de los blogs que sigo: Teoría del mínimo relato. Dejaron un enlace con un libro que habían terminado entre unos pocos blogueros. ¡Esta genial! El enlace  os lo dejo... ¡Aquí!