Escucho por la radio una chica que habla de su pareja. Quiere que deje de fumar.
- - Pero no por mi, no por que yo se lo pida. ¡Si no por él! Y si no es capaz es que no me quiere y mejor dejarlo.
¡Te cagas! O sea que ella quiere que deje de hacer algo, o que lo haga, que para el caso es lo mismo. Pero no quiere ser la responsable. ¡No por mi! Por que hacerlo por ella es demostrar que la quieres pero que estás obligándote a hacer algo que no te gusta. Y, claro, a ver si después vas a pedir tu algo a cambio y no. Lo tienes que hacer por ti, por tu salud, por tu bienestar, por estar mejor. ¡Por ella no! ¡Por ti! Que ni tienes intención de dejar de fumar, por que es que ni siquiera te cansas las dos horas que te metes de gimnasio, por ti, que salies al campo a disfrutar del aire puro en vez de meterte en viaje con cincuenta personas en un bus o en un vagón. ¡Lo tienes que hacer por ti! Por ella no. Y resulta que tú eres capaz de hacerlo, que, al fin y al cabo, para los cuatro o cinco cigarros que te fumas al día tampoco te supone un drama. Pero te apetece, de vez en cuando, encender uno, con la cervecita de medio día, con el cubata de noche, o con algún amigo que coincides y buscas el claro y la excusa para dejar de lado un rato el trabajo y fumar un cigarro. Claro que te gusta, por eso lo haces, pero si eso es un problema se resuelve pronto. ¡Se deja de fumar! Pero…. ¡Coño! Si la deja no es por gusto. Es por no fastidiar la relación, ¡Es por ella! Por que ella merece la pena, pero no por que él esté convencido. Claro que quiere seguir con esa relación, que no le importa dejar de fumar, pero ¡coño! Que se reconozca que es por ella. Que a él ni le va ni le viene. Por que si al fin y al cabo ella tampoco es capaz de aceptarlo como es, o de no reconocer que lo hace por el bien de la relación por que su intolerancia al tabaco es algo que no se admite… ¡Que lo mismo tiene razón y mejor dejarlo! ¡Anda y que se joda!