De vez en cuando ha salido por ahí un micro, o un post, de algo que en su momento escribí en servilletas, facturas, o cualquier hoja suelta. Esta mañana, al ponerme la sahariana, me he encontrado una cantidad increíble de ese tipo de escritura. Dos servilletas, tres cuartillas del curro escritas por completo y un ticket de un bar donde no recuerdo haber estado. El caso es que este post viene a cuento de esas ideas, esos micros, que se originan en un momento donde no te pille ni el ordenador, ni cuaderno, y solo puedes echar mano de lo que tienes alrededor. Esta mañana, cuando he encontrado todo lo que había escrito el sábado por la tarde, me ha hecho mucha ilusión y no quería dejar pasar sin escribir un post.
Así que... Aquí está. Un entrada para recordar que tenía un montón de papelajos escritos con un jartón de morralla. Lo que había escrito no me ha servido ni para reciclar por que de las tonterías que tenía me ha dado tanto coraje que han ido a la primera papelera.
Y es que está bien tener ideas, pero todas no pueden ser buenas.