¿Quién coño me mandó ir a París? Los paseos por el Sena, los cafés de los grandes escritores, Montmartre, Notre Dame... ¡Joder, la torre Eiffel! ¡No te lo puedes perder! Me decían. ¡Hijos de puta! Eso es lo que son, unos hijos de puta. A mi París solo me ha gustado cuando Indurain terminaba de amarillo y los gabachos se tenían que tragar el himno español en los Campos Elíseos. Pero claro... ¿quién es el guapo que le dice que no a tía con la talla cien? ¡Yo no! Desde luego.
Y allí nos fuimos en un mierda de vuelo de esos en los que solo puedes llevar una bolsa de asea como equipaje y el asiento es mas incómodo que una silla plegable de verbena.
Lo peor de París es que todo tiene nombre francés. El aeropuerto tiene nombre de un gabacho: Charles de Gaulle. Un presidente que lo mejor que hizo fue echarle un par de huevos a los americanos. Y por su puesto en Paris... ¡Llueve! Pero llover de verdad. Nada de esa lluvia que le dice Audrey Hepburn a Humphrey Bogart que se encargue al llegar. ¡No! Una lluvia del tipo traeme bichos que me hago un arca. Cuando yo he estado en París el Sena era navegable, pero por submarinos nucleares. Hasta peces abisales han encontrado después de mi partida. Así que los paseos por el Sena... ¡A tomar por culo! Las terracitas del Latino... ¡Ja! A ver quien era el guapo que se fumaba un cigarro y se tomaba un café en una de esas. Ni un puto pintor en Montmartre. ¿Quién coño se va a poner a pintar allí? ¿Al oleo? ¿A la acuarela? ¡Ni con brocha gorda se podía pintar! El Louvre como si estuviese en obras. La Torre Eiffel es un pararayos a lo bestia. ¡Una mierda me iba a meter yo en mitad de un pararrayos! Notre Dame es lo único que tenía pinta de seguir durante otros siete siglos sin importarle el agua. Pero... ¿me voy a meter yo en una iglesia con la tipa esta? ¡Que si, que muy buena! Pero ya me metieron una vez en una iglesia y me sacaron hasta la muela de juicio. Por muy rubia y buena que esté no me vuelve a meter en otra. Así que los tres días de París lo mejor que puedo contar es que tiene un hotel llamado Campanillas, o algo así, medianamente decente. Por lo demás... Mas o menos como Sevilla. Si le quitas la gente que vive allí puede ser preciosa, solo le sobra la gente.