Hace unos años desperté con la idea de uno de esos relatos geniales que deben ser contados bien. El relato sería en formato epistolar. Un maqui escribiría a su madre para contarle la muerte de su hermano en la guerra. Su padre, coronel del bando contrario, lo había asesinado como escarmiento. Dando ejemplo a su ejercito de como estaba involucrado en su bando. Esa sería la primera carta. También en ella le pedía que cuidase al Tano, su perro (todos los perros se llaman Tano y las novias Silvias). Y le dejaba una serie de cuidados para atenderlo.
En la segunda carta el hijo le confesaba que había matado al padre. Que después de lo mal que se había portado siempre con ella y el asesinato de su hermano cuando pudo lo mató. Le dejaba la dirección de una ciudad francesa donde se había establecido. Le pedía que se fuese con él, que se trajese a su perro. Que olvidase la guerra.
A vuelta de correo la madre le mandó los ojos del perro y solo una frase: ¡HijodePuta!.
Este era basicamente el relato. Hoy he estado leyendo Grupo de Noche, de Juan Madrid. Ahí habla de un escritor Isaak Babel y de un relato: La Carta. Casi clavadito al mío. A saber cuando habré leído yo a este hombre y no lo recuerdo. Claro que él lo escribió hace casi un siglo.