25/11/16

Black Friday.

Llevo dos o tres días sin entrar en casa y lo primero que hago es conectar el ordenador. Después voy al baño, suelto la mochila (si, después de ir al baño, era apremiante, aunque no tanto como el ordenador), me quito el chaquetón empapado y pongo perdido el suelo del salón. ¡Mierda! Limpiar no era una prioridad pero mientras coloco unas rebanadas de pan en el tostador le paso la fregona a las gotas del suelo. Le doy la vuelta a las tostadas y pongo el café. Conecto Spotify en el ordenador y a la carrera vuelvo a la cocina. El pan ha salido mas tostado de lo que me gusta pero puede pasar por comestible. Le unto mantequilla al pan, me llevo el café y lo dejo todo al lado de la mesa pequeña del salón. Empiezo a mirar mi correo. 
 Setenta y tres mensajes en la bandeja de entrada es lo que aparecen. Miro por encima y veo "Black" como palabra favorita en casi todos. Tengo tiempo, no borro ninguno sin velo antes. 
El primero quiere que compre diez cajas de café por un precio muy gracioso, el segundo un móvil de millón a peseta, el tercero me vende un viaje al Senegal por cuatro duros y me prometen que puedo tocar pagando un safari adicional al león de Nemea. El caso es que entre un mensaje y otro, a la vista de que hoy tengo tiempo voy curioseando en las webs que los promocionan. Después de decidir que no quiero sobar al león le doy un tiento a la tostada. ¡Está fría! Fría de congelador por lo menos. Me doy cuenta del tiempo que le he dedicado a las tonterías del Black Friday y en dos bocados me cargo el pan. Le doy un sorbo al café, está bueno pero frío. Vuelvo a mirar la pantalla con los correos que me faltan por abrir. La simpatía de antes se ha perdido. Selecciono todo lo que tiene "Black" en el asunto y de un plumazo lo mando a la papelera. 
Queda un correo de alguien a quien llevo tiempo sin ver. Lo abro y la pantalla se ilumina de letras. Voy a la cocina y preparo otro café. Me lo llevo al salón. Y, ahora si, comienzo a leer uno de esos correos que ya la gente no manda por que todo se cuenta en el momento. Como aquellas cartas de dos o tres folios que enviábamos a la familia o los amigos cuando el móvil era un sueño y solo nos quedaba el papel y el tiempo para disfrutarlo. Y eso hago, disfrutar del correo y del café. 
Merece la pena parar de vez en cuando y hoy la casa me pide un ratito para ella, para parar y disfrutar. 
Mañana será otro día. 

13/11/16

Fallos entre la comunicación intergeneracional.

Me hace un gesto. Levanta las cejas y con la cabeza me indica la dirección. Justo detrás de mi. 
- Lo sé. -Le digo con un aire de condescendencia.- Rubia.Pelo largo a media espalda. Minifalda gris de vuelo y pantys negros. Zapatos con ocho o diez centímetros de tacón. Con un tipo larguilucho y anoréxico. 
Omito decir, él no ha podido verlas porque estaba de espaldas, que tiene unas tetas increibles con esa camiseta de rayas horizontales blanca y gris. Esperando que a la vuelta, la chica está pidiendo en el mostrador del Telepizza, se de cuenta y me sonría. 
- No, papá. La mochila del tío. ¿No la has visto?
Y enconces me giro 180º en mi asiento y veo que el anoréxico tiene una mochila roja con letras de la serie "Death Note". 
- Ahhh si. Muy bonita. - Mientras, ya que me he vuelto, vuelvo a mirar las tetas de la chica. 

Misa Amane. 

11/11/16

Lectura y escritura.

Foto de Evelin Velásquez

Lectura y escritura: Cita a ciegas donde solo uno comparece. 

Eduardo García. 


(Muy recomendable el blog de Evelin Velásquez.)

1/11/16

Todos los Santos.



...los difuntos son verdad, son nuestros... ¿No lo comprende? Ellos son los abuelos de los abuelos de los niños. Y los quieren porque son su sangre. 

La sonrisa etrusca. 
Jose L. Sampedro.