He decidido escribir el post en menos de quince minutos. Es lo que tengo para salir corriendo al curro, bueno... en bici. Es el tiempo que tengo para que el Ipod se cargue al menos un poco y poder subir la cuesta con música. Quizá... quince minutos es mucho, quizá sea algo menos porque la taza de café me mira pidiendo un poquito de agua, no que la friege, para eso no tengo tiempo, pero al menos si un aclarón. En ese tiempo debería saber como estoy, o como quiero estar, o... el caso es que voy escribiendo sin pensar mucho. (Irenpower si encuentras una o siete faltas no me lo tengas en cuenta.)
Es lunes, es un puto lunes, pero hoy toca ponerle algo de esperanza a este día. Le tengo ganas. La semana pasada fue un precalentamiento de lo que podemos llegar a hacer con el año, una toma de contacto. Esta semana es de las importantes, en las que toca consolidar que es lo que vamos a hacer. Esta y sobre todo las dos primeras de octubre. Ahora toca ponerse un poco las pilas, sentar cabeza, aunque esta parece que más que sentada lo que está es recostada y con los pies encima de la mesa. El problema es cuando decide ponerlos en las nubes y ya la volvemos a liar.
¿Quince minutos dije? Creo que no llevo cinco y me está entrando regomello. La taza sigue mirándome mal, la bicicleta en el techo está pidiendo que le de jarana, que luego me quejo que pesa más de la cuenta y que cambia mal y que no sube como las de los ciclistas a los Lagos de Covadonga. El ipod es el único que no se queja, estaba frito. Llevo varios días queriendo cargarlo y siempre lo olvido. De hoy no pasa. Y en eso estoy. Pero el reloj vuelve a marcar otro minuto más y creo que esos quince que me propuse al principio son muchos. Eso por no contar el tiempo que me va a llevara poner la etiqueta de "El otro día", publicarlo, apagar el ordenador, que el pobre me coge unos calentones que ni un adolescente viendo porno. El caso es que al menos diez, ya lleva. ¿Se habrá metido la suficiente carga para llegar al curro escuchando algo decente? Que esa es otra, como empiece a sonar alguna canción lenta y pastosa en plena cuesta... ¡Me mata! Un rock, un heavy, si me apuras incluso alguna chorrosa de esas que mete mi compañera Raquel en plan flamenquito, pero como me toque otra de esas de dormir... ¡Muero!.
Hostia... faltan tres minutos para los quince. Que no, que lo deje que esto ahi que cerrarlo.
Prometo que el próximo será menos chorroso que este. O quizá no.