Cuando Juan y Marta se conocieron empezaron a enseñarse sus cicatrices. Algunas solo las tenían en el corazón, otras en la piel. Fue entonces cuando Marta vio por primera vez el tatuaje. Ella decía que le gustaba, pero que nunca había tenido el valor de hacerse uno.
Después siguieron juntos y en esos dos primeros años, Juan, volvió a visitar al tatuador. A él le gustaba dibujarse la piel. Símbolos y dibujos con significados mas o menos conocidos. Él no tenía ningún problema en enseñarte sus tatuajes. Marta aún no había encontrado el valor de hacerse uno. Al contrario ahora tenía claro que no quería ningún tatuaje. Y cuando tocaba a Juan ya no buscaba con su mano el dibujo de antes. Ahora con varios tatuajes más, casi rehuía las zonas donde Juan se dibujó. Hablaron y él le prometió que no habría mas tatuajes. Durante un tiempo fueron felices pero un día Juan cogió un bolígrafo y comenzó a dibujarse en la piel un largo dragón. Cuando Marta lo vió se enfadó mucho. Daba igual lo que dijese Juan. Que era solo un dibujo a boli, que se lo quitaría en cuanto se duchase, que no se preocupase, que no... Pero Marta ya no quería entender razones. No es que no le gustasen los tatuajes, es que ahora les tenía verdadero odio. No podía comprender como una persona podía mutilarse la piel, como, según ella, se degradaba marcándose. Juan entonces le pedía que se calmase, que no se preocupase, que él lo arreglaría. Entonces compró maquillaje. Intentó ocultar sus tatuajes antiguos. Pero ella sabía donde se encontraban y si se tocaban un dedo buscaba en el maquillaje y descubría parte del tatuaje. Marta entonces se enfadaba con él, con ella, aborrecía la tinta que tenía Juan y eso lo hizo extensible al resto de personas. Todo aquel que enseñase un dibujo en su piel era como una aberracion para Marta. Ver un grafiti era una excusa para pensar en los tatuajes, entrar a un museo podía degenerar en una discusión por la similitud de algún dibujo con los de Juan.
La situación se volvió insostenible. Juan no podía borrar su pasado. Marta no podía evitar el odio que había empezado a surgir a los tatuajes.
(Esto es lo que pasa cuando no sabe explicarse.)
porqué algo que nos gusta acabamos despreciándolo?
ResponderEliminaro porqué algo que era un juego acaba convirtiéndose en un vicio?
¡Ni idea! Quizá el juego empieza a aburrirnos. Quizá no jugamos tan bien como pensábamos al principio.
EliminarOlvidamos que el juego es eso, un juego, no una competición.
Pues Marta se lo pierde, ya encontrará Juan a alguien que se deleite con cada uno de sus dibujos, que querrá aprenderse de memoria cada traza, curva y sombra, además de cada historia que escondan e inventarse otras muchas distintas. Todos tenemos un pasado, no aparecemos en el mundo como una florecita al lado del camino y, quien no acepte que su pareja tuvo una vida antes de conocerse, tiene un serio problema.
ResponderEliminarUn beso.
Sip.
EliminarMe gusta el simil. Al final, lo que no quieres es a la persona pero siempre buscas excusas.
ResponderEliminarMe gusta el simil. Al final, lo que no quieres es a la persona pero siempre buscas excusas.
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