Todos los personajes que creé en cuentos inconclusos se unieron con el firme propósito de asesinarme. Sus destinos habían quedado en el aire infinidad de veces. Algunos incluso habían servido para diversos cuentos que nunca llegaron a nada. Se armaron con los cuchillos de cocina que encontraron en los cuentos, con hachas, espadas toledanas y alguna sierra (supongo que de mi etapa de ver pelís de miedo). Pocas armas de fuego hay en mis relatos, pero una criada con voz chillona tenía una pistola, soy muy fan de las Astra y alguien consiguió encontrar el revolver del Virginiano que quedó en aquel relato del oeste. Lo hicieron con premeditación, alevosía y nocturnidad. Llegaron a mi cama sin hacer ruido, algunos salieron de mi cabeza, muchos del ordenador y varios de un cuaderno que nunca tenía tiempo de corregir. Todos alrededor de mi cama esperando darme el golpe definitivo pero el miedo de verlos tan cerca de su propósito me despertó. Y volvieron a quedar estáticos en sus cuentos, salvándome de una muerte atroz pero con la congoja de buscar todos esos relatos perdidos y acabarlos de una vez por todas.
Él
Hace 4 horas
Lo bueno es que son tus cuentos y puedes darle el final que quieras... te sugiero que montes una fiesta con ellos para hacer las paces y uses las pistolas para dar disparos al aire.. que es el único lugar al que deberían ir los disparos
ResponderEliminarPues estaría bien hacer una fiesta con esos tipejos.
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