Tú llegas un día a la estación de
tren. Te has gastado una pasta porque no te puedes permitir ningún retraso. La
última vez que cogiste el autobús había un camión lleno de vacas en mitad de la
carretera. El espectáculo era dantesco. Unas vacas muertas en el camión, otras
comiendo trigo en el prado de al lado, algunas en la carretera como si estuviesen
haciendo autostop y tú llegaste tarde. ¡No! Esta vez no va a pasar. El
presupuesto se incrementa pero la seguridad que da el AVE no la da la línea de
autobús. Así que diez minutos antes de lo que toca llegas a la estación. ¡Vaya!
Hay más gente de la que pensabas. Los monitores parpadean más que
una bizca a su novio y la gente va y viene por toda la estación con billetes en
la mano. Igualitos que los que tú tienes. Cuando consigues hablar con un tipo
con chaleco fluorescente, que parece que viene de una fiesta acid, te enteras que
no hay tren de alta velocidad. Bueno… ni de alta ni de baja. Unos tipo se han
encargado de llevarse la línea de cobre que hay en la estación y a ver quien es
el guapo que se dedica a mandar un tren sin cuarenta sistemas de seguridad para
decirte lo que debes hacer. No debe ser muy difícil comandar uno cuando los
Hermanos Marx lo hacen en su película del Oeste: “Mas madera”. Pero no. Ahora nadie le echa carbón las
locomotoras y no hay nadie que sepa como hacer funcionar el tren sin que tenga
más peligro que una piraña en un bidé. Además, en las noticias colea el juicio
del ferroviaria del accidente de Santiago de Compostela. Como para aventurarse.
El caso es que tú, por mucho que
te haya costado el billete, hoy vas a llegar tarde. Da igual que por fin
tuvieses una entrevista de trabajo y vayas de punta en blanco. Da igual que la
prueba que tienen que hacerte en el hospital se retrase de nuevo otros seis
meses. Da igual que hoy no puedas ir a trabajar (¡vale! Eso no da igual, eso es
una alegría.) Da igual por que o llegas tarde o no llegas. ¡Ahh! Y nada de
reclamar. Que la culpa no es de Adif, la culpa es de los kinkis que se han
llevado una jartá de cable y han dejado vendidos a los usuarios. Los de Adif,
por su puesto, no tienen la culpa. No tienen la culpa de mosquear a los
usuarios cada dos por tres, ni de hacer recortes en seguridad, ni en personal.
No, Adif no tiene la culpa. La culpa es nuestra por gilipollas.
Amigo Bubo, como me he desintoxicado de los noticieros, ahora solo me informo con El Mundo Today, pero algo he escuchado. Eso sí, sin saber la historia completa puedo asegurar que Adif se desentenderá de toda culpa y que la responsabilidad, como siempre es nuestra por pagar por un tren lo que nos costaría la alfombra de Aladino.
ResponderEliminar¡Te envidio! Yo estoy enganchado a las noticias. A veces lo dejo y me pasa como cuando termina la Navidad y el cuerpo te pide deporte y lechugita. Te sientes genial. Pero después vuelvo.
EliminarLo peor es que los que cortaron el cable, pretendían robar cable pero cortaron la fibra óptica, así que para más INRI ni siquiera se cometió el robo...
ResponderEliminarUn beso.
Estamos de acuerdo en que una eventualidad es eso, una eventualidad. Algo inesperado. Pero es que... se hace tan difícil aguantar cuando la mayor parte del tiempo están jodiendo al personal que... casi te alegras de que se les haya caído todo el sistema.
EliminarLo del cable de cobre -hecho frecuente- es puro robo, pero lo de ayer -fibra óptica- es sabotaje. Esto no cambia las acertadas consideraciones que haces arriba, pero conviene distinguir los dos hechos porque significan cosas muy distintas. De todos modos, sí, habrá que poner más vigilancia -y repercutirla en el billete.
ResponderEliminaryo te digo como Antonio... que paso de las noticias, quizás sea un poco egoísta, pero he llegado a un punto de que cada perrito se lave su cipotito... se que no debería ser asi, que cualquier día me podía pasar a mi....
ResponderEliminarpero es que ya no tengo fuerzas de nada...
besos.
Es la mejor opción. Desgraciadamente aún no me sale bien dejarlo todo de lado. (Aunque a veces estoy en ello.)
Eliminarjo...yo quiero ser la pava de las vías. A veces echo de menos no ser la musa de alguien
ResponderEliminarMas quisiera la pava de las vías tener esa simpatía innata.
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