(Hace unos días participé, con poco éxito esta vez, en el concurso de relatos del Consorcio de Transportes Metropolitano de Córdoba. La verdad... el relato se hizo con muy pocas ganas, con prisas y sin tener claras las bases, pero... por mi que no quede. Así que lo envíe como el que compra un décimo de la ONCE que termina en siete sabiendo que lleva dos días cayendo en el mismo número. Como últimamente estoy "inapetente" y el blog es mas una obligación moral que una necesidad o un desahogo, como antes, lo coloco aquí para que las entradas de octubre no se minimicen como está pasando en los últimos meses y no me entre regomello por seguir dejando cosas sin terminar. Bueno... pues eso. Que ahí queda.)
Asientos Habituales.
Ella.
Él se sube una parada después de la mía. Da igual que llueva o haga sol, siempre está esperando. Se adelanta y alza el brazo mostrando la tarjeta verde del consorcio para parar el autobús. Suele ser la única persona que hay en la parada pero cuando hay alguien más con él le cede el paso. Saluda a Manuel, el conductor del autobús, como si fuese un viejo amigo. Después en varias zancadas recorre el pasillo y sonríe dando los buenos días a los viajeros que esperamos sentados que el autobús reanude su marcha. Lleva auriculares rojos y mueve la cabeza al compás de la música. Tiene el pelo alborotado. Se entretiene con el móvil durante el recorrido y parece muy tímido. Cuando llego a mi parada salgo por la puerta de atrás. Él parece mirarme atentamente desde los últimos asientos.
Él.
Es guapa. Es muy guapa. Cuando subo, ella ya está sentada en los primeros asientos. No la había visto antes en la línea. Suele llevar un libro y a veces mira el móvil. De vez en cuando gira la cabeza y mira al final del autobús. Entonces me ruborizo y comienzo a mirar mi móvil como si me entretuviese más que su pelo. Ella se baja una parada antes que yo. Lo hace por la puerta de atrás. Se despide de Manuel, el conductor, y entonces es cuando la veo pasar. Sonríe y saluda a los viajeros que continuamos. Cuando el autobús sigue su recorrido yo miro por la luna trasera como se aleja.
Manuel.
Ella se llama Marta. Este año ha cambiado su horario, empieza antes las clases, y coge pronto el autobús. Le encanta leer y solía sentarse en los primeros asientos.
Él se llama Carlos. Lleva varios años trabajando y es un habitual a primera hora. Los asientos corridos del autobús han sido su espacio particular desde que empezó a usar la línea. Hasta que empezó a coincidir con Marta.
Los chicos son simpáticos, jóvenes, y desde hace una semana los dos coinciden en mitad del autobús para sentarse juntos.
Pues a mí me gusta mucho...
ResponderEliminarHonor que usted me hace. Yo creo que algún retoque le hace falta.
EliminarMarta y Carlos, solo Manuel sabrá como acaba la historia.
ResponderEliminarAy! Cómo echo de menos los viajes diarios en autobús. De vista conocía a casi todos los viajeros y a los que no les inventaba historias y trabajos.
Ay aquellas conversaciones escuchadas desde el asiento de atrás!
Un saludo :)
Un tema muy recurrente el viaje en autobús. Creo que Bernado Atxaga tiene un libro que está genial para eso.
EliminarBonita historieta. Se empieza en plan tonto, "coincidiendo" en mitad del autobús, y con un poco de suerte se acaba "coincidiendo" en otros lugares más reservados...
ResponderEliminarSe coincide en el bus, en otros lugares "se queda":
Eliminarpos a mi me ha gustado un montón
ResponderEliminarHonor que me haces. Esta bien pero no es espectacular. De hecho nada me sale muy encondiciones últimamente.
Eliminarbueno, esa es tu opinión de Bubo vencido, pero para mi, la capacidad de generar sentimientos y emociones en los demás (y de forma altruista) con tus escritos, ya me parece todo un lujo para disfrutar siempre
Eliminar¿Altruista? Para nada. Totalmente egoista. Soy yo quien lo necesita.
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