La carta esférica.
A. Pérez-Reverte.
(La fotografía es del otro día. Un anciano caminando para la calle Real en Frigiliana. El vaso de vino de la esquina izquierda es mío y, aunque pueda parecer que el tipo lo mira con algo de deseo, a quien miraba de verdad era a la rubia impresionante que está al otro lado del barril. Mi pareja.)
Vivir sin esperar, una existencia agridulce.
ResponderEliminarSi. a veces uno tiene poco que llevar y menos que perder, me suena. Esa bien eso de mirar al frente, seguir tu ritmo, saber que tus logros y tus fracasos son solo tuyo y no tener que hacerlo a los lados para mirar si quien te acompaña ha perdido el ritmo, si tienes que tenderle una mano o por el contrario es él quien te la tiende. Esta bien pero yo soy más de deportes de equipo, de viajar en grupo, de ayudar y de pedir ayuda si lo necesito. (Al menos ahora mismo.)
Eliminaren los pueblos todo discurre a otro ritmo...
ResponderEliminarY a veces es difícil entenderlo con la vorágine que llevamos nosotros.
EliminarDificil conseguir vivir asi, siempre dependemos de algo, de alguien o de algun lugar. Aprender a vivir sin ella cuando se necesita un cambio, es lo que queda.
ResponderEliminarSi, pero no imposible. Y lo peor es que hay etapas en que es la única manera de seguir adelante. (Algo apuntas tú en tu, mucho mejor, en tu "Emigrante".)
EliminarPues mira sí, tan sólo te das cuentas de la cantidad de exceso de equipaje que llevas cuando pretendes mudarte.
ResponderEliminarEspero que al final no te quitara ni al vino ni a la rubia, que estos viejales son unos vivales.
En casa, la habitación de los locos, está pidiendo una remodelación como si fuese agua de mayo. Ya te contaré. El viejales le dura a mi chica medio asalto. Yo voy por el segundo y no se si llegaré al tercero.
EliminarPues nada, cuenta, cuenta!
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