- ¡Joder Carlos! ¿Tu mujer te engaña? ¡Te han salido cuernos!
- ¡Ah, no! No te preocupes. ¡La pobre Lucía! Lo que le faltaba. Tener que ser infiel a estas alturas. - Le dice besandose su anillo de casado- ¡Son de un amigo!
El otro pone cara como de no entender y entonces Carlos comienza a explicarse.
- ¡Verás! Es un amigo joven, del trabajo. Miguelito, ¿recuerdas? Ese tan vivaracho que siempre tiene una cerveza en la mano. ¡Si, hombre! Muy desaliñado, con zapatillas de deporte de colores chillones, como esas nuevas de los futbolistas. El pelo revuelto, siempre con camiseta... ¡Una facha! Ya sabes. Y pasa que el pobre los lleva fatal. Su mujer se los ha puesto bien puestos y la cornamenta ni siquiera le pega al chaval. Así que me ha dicho que si podía ayudarle. Y aquí estoy.
- Desde luego vas como un señor.
- Pues eso, y es que como va llevar el tipo esta cornamenta. Hay que llevarla con dignidad.
como debe ser... unos cuernos con la máxima dignidad posible....
ResponderEliminarjajajaja
Para todo hay que tener elegancia Juana. Hasta para llevar unos cuernos decentemente.
EliminarJajajajaja, antes muerto que sencillo.
ResponderEliminarUn beso
Lo mejor para llevar las cosas con dignidad y elegancia es precisamente la sensillez.
Eliminarjajjajajjaj ¡qué bueno !Y cuánta verdad en el absurdo.
ResponderEliminarGracias Lorena.
EliminarA ver si es que Carlos y la legítima de Miguelito...Y más que solidaridad la cosa va de remordimiento...
ResponderEliminarAhí ya no me meto. (Pero la mujer de Miguelito es una choni de tomo y lomo. Carlos no se rebajaría a ese nivel.)
EliminarQué bueno!
ResponderEliminarMuy buen amigo, sí señor.
Quien tiene un amigo tiene un tesoro. Y que mejor manera de prodigar la amistad que haciendo este tipo de favores.
Eliminar