Correr.
Solo un poco.
Lo justo para sudar.
Para darte cuenta de como la brisa refresca al parar. Y mirar a un lado, a otro, sin nadie cerca. Con alguna hoja esperanza que te saluda.
Volver a Correr.
Sentir velocidad, ganas de llegar, más ritmo, más rápido.
Pero... ¿a donde?
Parar.
Dejar que la brisa se acerque, y traiga personas, y años.
Para andar con ellos, todos de la mano. Y quizá, animar a alguno a echar una carrera, sin prisas. Solo por volver a sentir la brisa al parar. Solo por recordar.
Andar.
Andar mucho. Con ganas.
Sin dejar de caminar.
Sin saber a donde llegar. Solo por andar.
Sin prisas.
Él
Hace 4 horas
¿No es en el camino donde está la felicidad, más que en la meta? A quienes os guste correr lo entenderéis mejor que yo, que soy más bien sedentaria. Pero sí tengo claro que no siempre necesitamos tener a dónde ir para que nos resulte placentero caminar. (A correr aún no le he encontrado el gusto).
ResponderEliminarUn abrazo
No te creas, Alis. A veces tampoco yo se lo veo. Lo mio es más senderismo. Lo de correr... bueno, pues como si fuese un medicamento, te sienta bien pero no te lo tomas por gusto.
ResponderEliminaryo correr no he podido nunca.... pero si caminar, me encanta y sobretodo sola, sumida en mis propios pensamientos, sin música, sin nada más que yo misma
ResponderEliminarDa igual correr, andar, o pasear. Lo importante es que si hay que poner distancia, o quitarla nos sea ameno ese tiempo.
EliminarPues yo no le pillo el gusto.
ResponderEliminarNi a la realidad de correr o andar ni a su forma metafórica de la vida.
Necesito una meta, un plan, una razón, sino, me aburro