Estoy en casa de mi suegra. Todos duermen. El mismo canal desde que empezamos a comer hace ya dos horas largas. Los platos recogidos y en la mesa las tazas de café están vacias. No han llegado a enfriarse. Lentamente me levanto de la mesa. La silla se resiente cuando la dejo y un sonido se escapa de una de las bocas entreabiertas. No distingo de quién.
Me dirijo a una de las sillas que ahora se acumulan en el pasillo. Una de ellas tiene en su regazo mi chaqueta. La busco y recojo una bolsa negra. Dentro hay guardados varios sueños. Sueños cortos, de siesta, de esos que te alegran el día en cinco minutos. Y se los voy colocando en la frente.
yo tengo sueño atraso, pero no voy a regalar ni uno!!! en cuanto pueda ls voy a ir consumiendo
ResponderEliminarSueño Juana, no sueño.
EliminarQué bonito ir colocando sueños en la frente.
ResponderEliminarQue bien si pudiesemos elegirlos.
EliminarBonito regalo, bonito detalle.
ResponderEliminarYo quiero uno de esos, que mis siestas suelen dejarme dolor de cabeza y mal humor.
Un abrazo
A mi las siestas me sientan de vicio. Y si no... es que hay que seguir durmiendo. Eso si, que pocas puedo aprovechar.
EliminarComo el beso de una madre en la frente de su hijo
ResponderEliminarEl trasfondo de la historia es que me quedo sin siesta. Y eso si que jode.
EliminarOjala fuera cierto,seguro que no hay mejor regalo
ResponderEliminarOjala fuera cierto,seguro que no hay mejor regalo
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