Solía llevarle cubitos extra cada media hora. Entraba despacio, sin ruido, mientras ella bailaba para el hijo de puta de turno. A veces solo me daba tiempo a echar una ojeada rápida. Su piel brillante, húmeda, la boca abierta, sensual, sus piernas chorreando hacían que fuese el centro de atención de la sala.
- Unas gotitas de ginebra. - Me pedía para cada cubito que le llevaba.
Y yo se los preparaba especiales para ella. Con esas gotitas de ginebra, con un "algo más" para que ahora ella pueda estar en casa. A mi lado. Estática. Conservada en ese hielo que tanto le gustaba.
Si es que se os pone el vaso y os tomáis la cubitera entera.
ResponderEliminarSi se puede...
EliminarCon tanto hielo, me dieron escalofríos.
ResponderEliminarDevastiel, es que con el calor que hace por estos lares, es en lo único que piensa uno.
Eliminarno me pongo yo esa cantidad de hielo en el juju ni muerta!!!
ResponderEliminarJuana, con un maromo que te mole y vaya pidiendo guerra, y con el calorín de Córdoba... yo creo que si.
Eliminartendré que buscar al maromo para provar..... ;)
EliminarUy qué decir a esto???Qué mal rollo Ginebra y algo más...burrrrrr ves ya me congelé con el relato...jajjjajaj Está muy bien,siniestro pero bien,jejej...me ha dao frío,coño!!!
ResponderEliminarYo tengo que probar lo de la ginebra un día de estos.
EliminarLo del hielo entiendo que lo has escrito para paliar la temperatura de tu ciudad....lo demás te ha salido la vena "salida". Lo que esa señora lleva me parece que son piedrecitas no hielo..... pero tampoco es que haya reparado mucho.....
ResponderEliminarEntonces... sobran explicaciones.
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