Hay días que toca no hacer nada. Sentarse en un sillón, con la mirada perdida en la ventana y mirar el mundo corriendo a través de uno de esos pequeños agujeros alargados que tiene la persiana. Ver pasar las barras de pan para el desayuno, los pequeños con sus carpetas, alguna bicicleta esquivando las obras. Ver la vida en fastforward mientras el corazón late despacio.
Porque si hoy entras ahí, en ese mundo que te es tan familiar pero tan lejano terminarás por marearte. Por asirte a una cuerda que no te salvará.
Uy, cómo nos ponemos... Si es que los lunes son mu malos, está visto. Buweno, pues tranquilo, que dentro de nada ya es martes.
ResponderEliminarMe agobian mucho las persianas bajadas cuando hay luz fuera...lo mismo si la subes lo ves todo más claro.
ResponderEliminar1besico!
el otoño nos pone tontos, asi ando yo.... que no levanto cabeza....
ResponderEliminarPaseante... el martes mucho mejor.
ResponderEliminarfiona... da igual, eso es el cabecero. Ahí no está la persiana.
Juana... se me ha ido el verano. ¡Con lo que me gusta! Claro que el otoño también tiene su punto.