El frigorífico

Se levanta temprano y va a buscar el periódico. Cuando vuelve ella está duchándose. Entra en la cocina y prepara café y tostadas. Abre la mesa de la terraza y lo dispone todo para empezar a desayunar. 

- Eres un primor. - Le dice ella besándolo en el pasillo. 

En el desayuno casi no hablan, se lo han contado todo antes de salir de la cama. Pero ella se entretiene con el cuadro que comenta el magazine. 

- ¿Has visto este cuadro? - le señala mientras despliega a doble página "El matrimonio Arnolfini".

- No. Pero lo conozco. Son los Arnolfini. 

Recogen la mesa y ella se queda en la cocina.

- De hoy no pasa - le dice - voy a descongelar el frigorífico. Me va a llevar toda la mañana. Si quieres algo...

Y él la agarra por la cintura y comienza a besarle el cuello, le lleva las manos al pecho. 

- ¡Quita! - Le recrimina mientras le palmea la mano. 

El coge el periódico y vuelve a la terraza. Pero no está más de cinco minutos cuando se dirige de nuevo a la cocina. Allí, entre el fregadero, microondas y tostadora ha sacado toda la comida. Esta calentando agua para quitar la escarcha del congelador. 

-¿Que haces? -Pregunta él.

- Ya te lo he dicho. Voy a descongelar esto, voy a tardar. Entretente con algo...

No la deja terminar la frase. Sale de la cocina y vuelve con el secador de mano. Lo enchufa y dirige el chorro de aire al congelador. En menos de un minuto la escarcha empieza a derretirse permitiendo quitar la mayor parte. Una espátula de plástico le ayuda a deshacerse de toda. 

En media hora el frigorífico vuelve a estar en perfecto orden de revista. Ni siquiera son las once. 

-¡Hostia! ¡Que punto lo del secador! Me has ahorrado media mañana. ¿Y ahora... que hago yo?

Y él la coge de la mano y mientras la dirige hasta la habitación le dice:

- Ya se nos ocurrirá algo.