Tenía un rosal de terciopelo.
A mi me gustaba tocar
esos pétalos. Rozarlos con la yema
de los dedos. Se respiraba bien
en aquel patio.
Y, aunque prefería el jazmín
que había al lado,
no podía evitar quedar anonadado
frente a aquellas rosas.
Aquella belleza con púas
que tanto me recordaban
a ella.
Algunas personas son así, sí, atractivas por fuera, pero llenas de pinchos cuando te acercas.. debemos tener alma de insectos no muy inteligentes porque siempre queremos acercarnos, ¿verdad?
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