Era un encargo fácil. Fácil y gustoso. Porque cuando la vieja me dijo que había que cargarse a aquella niñata ni me lo pensé.
- Eso está hecho. Cuando conmigo.
Todo el día de un lado a otro del castillo con su risita y su tontería a cuestas.
Pero entonces... ¡No sé que paso en aquel bosque! Allí estaba recogiendo flores, como si fuese una niña. ¡Y ya andaba por los dieciseis! Con su falda corta levantándose cada vez que daba un tirón a una margarita. No hacía distinciones. Lo mismo cogía correhuelas, margaritas, amapolas o jaramagos pero en cada tirón su falda volvía a subir enseñando sus bragas blancas. Era tan fácil darle una puñalada allí mismo.
Saqué el machete me dirigí a ella y cuando debía clavárselo, o cortarle el cuello. No se, nunca me pensé como matar. Ocurre y ya está. Pero... ¿Como fué que? ¡Joder! Que terminé cortándole aquellas bragas. Y... ¡ni se asustó! Todo lo contrario. Se giró y sonriéndome me acercó su culo a mi polla mientras seguía tironeando flores.
Él
Hace 4 horas
jajaja
ResponderEliminarme recuerda al chiste "miente Pinocho, miente Pinocho"
Los cuentos siempre ctienen varias versiones.
Eliminaresta versión no me suena
ResponderEliminarMas lúdica y menos cruel.
Eliminar¿No dicen eso de que la práctica hace al experto?
ResponderEliminarSaludos,
J.
En casa solemos decir eso de: Con la práctica se alcanza la perfección.
EliminarPero siempre hay excepciones. (Y muchas variables.)