3/5/14

El culo más bonito del mundo.

Nunca he tocado un culo sin pedir permiso primero. Sin que su dueña me hubiese dado licencia o lo hubiese dejado implícito con una mirada, un susurro, o una caricia en mi polla. Nunca. Excepto aquella vez. 
Quizá sería estrenando mis quince años, o poco mas tarde cuando subía por una de las calles céntricas. Una de esas calles bullangueras en las que nadie transita en ese momento, porque no son horas, por que el sol cae de plomo y el calor empieza a hacer mella en los paseantes ocasionales. Una de esas calles con un escaparate de zapatos y un toldo a media altura. Y bajo el toldo de Zapatería Noelia el culo más bonito del
mundo. A mis quince primaveras solo había estado con niñas escuchimizadas y románticas. El puto Bécquer con sus amigos  me habían hecho enamorarme varias veces de tipas flacas, esqueléticas, rubias todo lo más castañas, espigas doradas que parecían romperse si las abrazabas con fuerza. Por su puesto también estaba enamorado de Rita Hayworth, Gina Lollobrigida, La Loren, Ava Gadner y todas aquellas que mi padre me había transmitido con su ADN. El caso es que aquel culo, apretado bajo unos vaqueros, con toda la luz del sol brillando en él a las tres de la tarde y sus piernas tan bien complementadas metidas en zapatillas de deporte fue mi primera infidelidad al "amor cortés" de aquellos años. Pasaba de los libros de caballería a la picaresca en una calle del centro. ¡Y a plena luz! Así que cuando llegué a la altura de aquella terrible adoración no pude más que palmearlo. 
Al mundo le da por detenerse de vez en cuando, cinco minutos antes de salir del trabajo, cuando esperas una llamada importante, cuando el fontanero te dice que está llegando y ya mismo tienes arreglada la avería, y también cuando palmeas el mejor culo del mundo. Yo debería salir corriendo después de aquel palmetazo pero mis neuronas no paraban de regodearse en el gustazo que me produjo aquel encuentro instantáneo. No podían procesar esa satisfacción y la de enviar a mis piernas la orden de salir corriendo. Seguía recreándome en esa palmada, en ese culo duro, fuerte, apretado. Seguía ensimismado cuando una chica salió de detrás de la lona. Tocar el culo mas bonito del mundo se merecía una hostia en proporción. Y cuando la chica llegó a mi altura y mi mejilla esperaba el roce o el puñetazo, a esas alturas me daba igual, de su mano, me dijo sonriendo:
-¡BUUUBO! ¡Te esperaba mas formal! 
Fue entonces cuando me di cuenta. La conocía. Habíamos coincidido dos veces en casa de su primo Juan.  
- No lo he podido evitar. - Fue mi contestación, para seguir replicandole.- ¿Donde te metes? 
Y a partir de ahí una serie de palabras inconexas se fueron añadiendo a la parrafada con tal de seguir manteniéndola cerca. 
Ese día la acompañé a casa. También me castigaron por no llegar a comer a la mía y durante unas semanas dejé la alternancia de casas y solo estudiábamos en el piso de Juan. Coincidimos pocas veces más, las justa para poder confirmar hoy por hoy que el culo más bonito del mundo es de la prima de mi amigo Juan: Ana Lara. 


P.D.- Dos semanas estuvimos "tonteando" Ana y yo. Hasta que me di cuenta que el culo más bonito del mundo solo se ve bien desde una distancia prudencial. Muy de cerca pierde esplendor. 

8 comentarios:

  1. ainssss.... si es que ya desde jovencito apuntabas maneras.... jajajaja

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    1. Un día te cuento que pasaba detrás del gimnasio del colegio cuando estaba en tercero. ¿Tú has jugado al "conejito de la suerte"?

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  2. Lo inaccesible y lo prohibido siempre añade atractivo a las cosas.
    Por un momento pensé que ese culo era de tu hermana.

    Un abrazo

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    1. Pues mira, no sería un mal final. Pero el de mis hermanas lo tengo controlado. ¿Conoces la portada del disco de Sade en la que se ve con vaqueros? De ese tipo.

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  3. jajajajaja qué buen final!
    Aunque te parezca mentira, hace poco descubrí lo excitante que es para vosotros un culo. Sigo sin entenderlo....debe ser que no me lo explicaron muy bien

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    1. No soy yo mucho de culos pero en este caso tengo que reconocer que me dejé llevar. Mi debilidad siempre fueron las sonrisas. Después las piernas, los ojos, las tetas, las manos... más o menos por ese orden.

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