Lo hacía por el simple placer de disfrutarlo. Y lo hacía bien. Dejaba pinceladas en cualquier lugar y un día se lo reconocieron: ¡Eres bueno chaval!
Entonces esa gente que lo valoraba comenzaron a darle consejos, a poner nombre a lo que él solo llamaba "pegotes". Se vio intimidado por esos que parecían conocer tan bien todo lo que él hacía y comenzó a escucharlos.
Primero fue un cambio leve, después, sus "pegotes" tenían estructura, tenían artificio, tenían un montón de cosas que él no sabía de donde aparecían. Sus pegotes dejaron de ser suyos. Más conocidos, mas valorados pero ninguno "suyo". Aunque saliesen de su mano.
Hasta que un día decidió mandar a tomar por culo todo lo que había estado haciendo, a toda la gente y seguir disfrutando de algo que hacía tiempo que no se le presentaba.
Hacer los "pegotes" que le saliese de la mismísima polla.
Y así sigue. ¡Pegoseando!
(...y anónimo.)
yo disfruto de tus pegotes.... y mucho
ResponderEliminarY yo de los tuyos. Por cierto, últimamente te sales. Estan genial los relatos.
Eliminarla culpa la tiene el aburrimiento.... jajaja
Eliminar"tirarse el pegote" en madrileño es exagerar sobre algo, ir de farol, comerse 1 y contarse 20, vamos.
ResponderEliminarEn Córdoba un pego, o pegote, es una tontería.
EliminarLo que los demás consideran éxito a menudo no es más que un modo de atarnos las manos, cerrar las ventanas de la imaginación y frustrar las ilusiones.
ResponderEliminarQué bien que tu personaje optó por hacer lo que le gusta.
Un abrazo
Como tú dices: "mi personaje". Que más me gustaría que yo tuviese esa decisión.
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