Conocí a Serafín un día de esos calurosos de agosto. Unos ciento cincuenta kilómetros hicimos en el 306 que tenía entonces. Después cada vez que había que hacer instrucciones lo llamaba el día de antes para que estuviese su taxi disponible. Serafín nunca falló. Tenía esa inteligencia senequista cordobesa, una sicología de barman argentino y sabía guardar un secreto mejor que un capellán en el confesionario. Cuando contestaba al móvil con un "hello" en spanglish podías pedirle desde apiretal para el niño hasta medio gramo de coca. En menos de treinta minutos lo tenías en la mano.
Así que nadie pudo explicarse como aquella colombiana, además de comerle la polla, le comió el tarro, metiendo al pobre Serafín en una secta tan extraña. Nadie pudo explicarse como dejó el taxi, a su familia, y Córdoba. Nadie pudo explicarse como desapareció con más de diez millones de euros.
con 10 millones de € no me pilla a mi ni el potito!!!!
ResponderEliminarY con menos.
EliminarColombiana o cubana??? jijiji
ResponderEliminarYo tampoco me lo explico....yo me habría quedado, aunque fuera en vídeo, para hacerles pedorretas a más de uno!
¿Recuerdas el anuncio de ONCE que hacía olvidadizos? Yo creo en ese anuncio, con una cantidad más que respetable se te olvida todo.
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