Aforismo de Michel Fais:
Hay algunas miradas que te cogen por el cuello. Sin expectativas carnales, indiscreción enfermiza o aversión gratuita. Sin pestañear, te agujeran el cráneo y te dicen:
“Lo sé todo sobre ti, y más aún”.
Y ahora sentía esa mirada estando en la barra. El espejo de enfrente me devolvía solo una pierna. Un pantalón gris oscuro y unos zapatos negros relucientes. Sabía que pertenecían al mirón, pero ¿qué quería? ¿Quién podía ser? ¿Porqué no se levantaba y me hablaba?.
Quizá eran suposiciones mías y lo que sentía en el cuello no era una mirada, quizá era, más bien, los informes inacabados, el terror que le estaba cogiendo al director cada vez que gritaba: “Juan, prepara el informe del Sr. López”, o el de los Balsera, ¡qué cabrones! Quizá me estoy volviendo paranoico y lo único que tengo que hacer es darme la vuelta y pregunta a ese tipo si lo conozco.
La mirada debe seguir por que la sigo notando, su pierna se balancea en el espejo. Tengo que darme la vuelta y saber quien es, que quiere, por que tanta insistencia.
Cojo un cigarro y lo enciendo y así, como cuando era joven, creyéndome más fuerte, me doy la vuelta y le encaro. Es un hombre de mediana edad, con un traje gris y sin corbata, me sigue mirando fijamente y al acercarme veo en la mesa unos cupones de la ONCE, y un perro lazarillo que se levanta al verme. Intento evitar el encuentro, quiero desaparecer de allí, pero el hombre, el ciego, me pregunta si quiero un cupón para hoy.
La vergüenza que siento se me debe notar en las mejillas, menos mal que él no va a notarla. Compro un cupón y cuando me dirijo a la barra de nuevo a pedir otro güisqui me quedo a medio camino, paralizado, el color de mis mejillas se torna en blanco en un momento al escuchar decir al cuponero:
- Que tengas suerte, Juan.
Joden esas miradas.
ResponderEliminarJul.