Viejo verde...

Desde los dieciseis años lo llevo escuchando, pero es que hay días que tienen razón. Comencé con los Celtas, no esos del 20 de abril o la senda del tiempo, que buena esa canción, ¡no! El primer cigarro suele ser un Fortuna o un  Ducados, como mucho, después te pasas a cualquier porquería. Pues yo tuve que comparme un paquete de Celtas. Desde luego en La Cuesta, tasca por excelencia de la tercera edad incluso de la cuarta por mucho que Miguelito se empeñe en redecorarla los últimos años, era lo que se tenía que fumar. Con la bebida pasaba más o menos lo mismo, ni la cocacola, ni el vargas, ni siquiera la cerveza entraban en mis aficciones. Las copas de vino eran la constante. Casi nunca más de seis. Se suponía que con la medicación que tenía era contraproducente cualquier bebida alcoholica. Y tampoco era cosa de hacer vilguerías, esperaba terminar cayendo un día al suelo redondo y el susto sería menudo. Pero como ese día no llegaba...
Y por último... me gustaban más las mujeres que las niñas. Eso con 16 años no se entiende. Que te tire la madre de un amigo, que te guste gente que te dobla la edad, costaba. La de bolsas de supermercado que he llevado yo a señoras hasta la puerta de su casa. ¡Que buena gente era mientras le miraba el culo! Creo que hasta los veintitres años no me lie con nadie que fuese menor que yo. Desde empecé a cumplir años no miro tanto la edad. Si tienen carnet de conducir o pueden sacarselo... me vale.

El problema... creo que lo vi ayer. Me fui al parque, en teoría a correr a mi bola, en la práctica una adolescente me fue marcando el ritmo hasta que la lengua me llegó al zapato. ¡Como le cundía a la cabrona! Pero es que con ese tipo... a mi me esta me lleva a la cárcel si quiere.
Voy a dejar de llevar el tabaco y la cerveza a correr. Creo que me iré con unos caramelitos de menta... para repartir. 




La imagen es de Juana Montana. 
Por poner alguna, por que no le llega a niña de ayer ni a la suela del zapato.