Se acerca con un carrito de bebe y tres churumbeles que le corretean como satélites. El mas pequeño corre sin rumbo y vuelve. Es ancha de caderas, con un escote mas que llamativo y hace tiempo que perdió una figura que debería ser de niña guapa, aún conserva la sonrisa y los ojos cuando habla.
Después de unas preguntas sobre un autobús me pide el precio. Se lo digo y me vuelve a preguntar por el precio de familia numerosa. ¿Normal o especial? Le pregunto. Para ir con todos mi niño, la especial. Parece encantada cuando le digo lo que se ahorra y entonces caigo. ¿Perdona? Le llamo la atención cuando empieza a recoger niños para salir. ¿Tú tienes lo del verano joven? Y me dice que no tiene ni idea de que es. Así que le comento que si es menor de treinta años puede beneficiarse de otro tipo de descuento. Con los ojos tipo manga me mira asombrada. Me dedico a hacerle muecas a uno de sus satélites mientras tecleo en el ordenador.
En cinco minutos le he conseguido el código de descuento del verano joven para ella. No llega a los treinta años que solo lo confirman sus ojos y cuando terminamos las gestiones para comprar sus billetes los coje entusiasmada. Se los guarda en el escote y me da un abrazo que me ruboriza como si fuese treinta años menor.
Los satélites me dicen adiós mientras salen por la puerta. No puedo evitar pensar que con ese abrazo puedo volver a ser padre y ni me he dado cuenta.
Una sonrisa bonita es algo que la edad nunca lograr estropear como estropea todo lo demás... ten cuidado, no hay nada más peligroso que una sonrisa bonita.
ResponderEliminarA mi me pierde mas una sonrisa que un escote.
Eliminar