16/2/21

La muleta.

 

Camina lentamente con la muleta apoyada en el brazo derecho. Parece que va contando la solería del vestíbulo. En cada losa la apoya, justamente, en el centro, y sigue su andar pausado y solemne hasta la taquilla. Tres personas  no parecen mucha cola para esperar a que la atiendan pero, uno por uno, le ofrecen su sitio hasta que se coloca la primera. El taquillero la mira y le pregunta a donde desea el billete. Tambien le ofrece la posibilidad de que una persona la acompañe hasta el autobús. Es una normativa de la que puede aprovecharse debido a su situación de persona mayor y discapacitada. Lo de discapacitada lo dice al menos tres tonos mas bajos mientras le mira la muleta. La señora le pide un billete a Sevilla, le da las gracias por su ayuda pero la deniega con un mohín que demuestra que ha escuchado perfectamente, aunque tres tonos mas bajos, la ultima palabra y  una vez con su billete vuelve a hacer el recorrido inverso. Antes da las gracias nuevamente a los usuarios de la cola que le han ofrecido su lugar. Continua con paso lento y marcando cada losa del pasillo en el centro con la muleta de su mano derecha.

Cada dia se ve mas mayor. Por eso, cuando sale a la calle arroja a una papelera la muleta y sube en su flamante Jaguar.

8 comentarios:

  1. que autazo un jaguar si hasta siento el ronroneo del motor

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    1. A mi me tienen encandilado, ultimamente, los mustang.

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  2. Jajajaja ¡mi regalo!.
    Muchas gracias de mi muleta y mías.

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  3. Una doble vida siempre es más completa.

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    1. ¿Quien dice que tenga una doble vida? Eso son suposiciones nuestras.

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  4. Nunca confío en las apariencias, ni siquiera en las que me muestra mi espejo.

    Saludos,

    J.

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    1. Tampoco yo. Hace años que no lo hago. Aunque a veces quedan resquicios que me sorprenden.

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