Subió los diez pisos hasta la azotea. Tenía que alejarse rápido de allí. Miró a un lado y a otro. Nada. Entonces la vió. Silbó e hizo aspavientos. La nube se paró.
- Lléveme al bosque. – Le pidió.
Y el viento empezó a soplar.
A veces algo de lo que pasa por la vida se filtra en este blog. Otras veces es la fantasía la que se da una vuelta. El formato corto predomina pero siempre hay excepciones.
Qué bonito!, ay si fuera real...
ResponderEliminar¿Como? ¿Acaso no piensas que sea real? Algunos no solo nos transportamos en nubes. ¡Vivimos ahí!
Eliminar¡Qué buen relato, Búho! Breve, intenso y emotivo. Chapeau!
ResponderEliminarLa nube Kinton de Goku ha tenido que pluriemplearse.
Eliminar¡Qué bonito, Bubo! Lleno de magia. Ojalá pudiera subirme a las nubes y pedirles que me llevaran al bosque, o al mar, o a... Ay, no puedo, por aquí raramente se ven nubes
ResponderEliminarBesos
A mi me encantan. Y desde hace unos años que descubrí las gafas polarizadas me entretengo mucho mas en verlas. ¡Un gustazo!
EliminarQué bueno. Una nube-taxi con el viento por todo combustible. Ecológico y mágico. Me encanta.
ResponderEliminarGracias Ángeles. Energías renovables.
EliminarImagino que será una de esas nubes hermosas y redondas no de las que estoy viendo en este momento como heraldos de una nueva ola de lluvias.
ResponderEliminarTambién esas pueden llevarte a otro lugar. O a veces solo con que nos oculten... A mi me vale.
EliminarEso es lo que se dice un buen servicio.
ResponderEliminarSaludos,
J.