Suena el teléfono en casa. Interrumpe los dibujos y mamá habla en el salón sin dejarme escuchar al gato Jim.
- Mamááá. ¡Que no escucho! - Me enfurruño.
- Ahora la llamamos... ¿En diez minutos?... Si, claro.
Mamá cuelga y puedo seguir escuchando como se pelean gatos y ratones en la televisión
- Loooli. Baaaaja. Grita mi madre a la escalera de casa.
Mi hermana baja sin prisa la escalera.
- Ve a casa de la Sole y le dices Carmencita que la ha llamado el novio. Que va a llamar en un ratillo de nuevo.
- ¿Yooo? Estoy haciendo la tarea. Que vaya Ara.
- ¿Voy yo? - Le pregunto a mi madre cuando escucho que hay que llamar a Carmencita.
Mi madre duda. La excusa de hacer la tarea siempre es buena y además está harta de verme toda la tarde pegado a la televisión. Así que acepta no sin antes recriminar a mi hermana que mas le vale que tenga los deberes hechos antes de la cena.
- No te despistes y dile a Camencita que venga pronto. - Me alecciona.
Yo salgo corriendo a casa de la señora Soledad y llamo al timbre. Me abre Carmencita que me sonrié. Tiene una bata corta y está llena de hilos.
- ¿Que hace aquí el niño mas guapo de todo el pueblo? -Me pregunta mientras me noto como se suben los colores a la cara.
- Que dice mi madre que vengas a la casa. Que ha llamado un novio tuyo.
Ahora es a Carmencita a quien le suben los colores. Como si ese novio ya la estuviese viendo se sacude algunos hilos de la bata. Se descalza de las zapatillas que lleva en casa y gritando hacia dentro se va poniendo unos zapatos que están atrás de la puerta.
- Mamááá. Que me voy a casa de Aurora. Que me va a llamar Carlos.
Carmencita me da la manos y cierra la puerta sin esperar una respuesta de su madre. Ahora es ella la que lleva prisa pero no me suelta de la mano. Cuando llegamos a casa la puerta está abierta. Yo paso primero sujetando aún su mano y grito:
- Mamáááá. Que ya estamos aquí.
Mi madre sale desde el salón y le da dos besos a Carmencita. Le dice que Carlos llamará en un ratillo. Que se siente mientras. Yo la llevo al sillón de papá y se lo ofrezco. Le enseño los dibujos que están puestos aún en la televisión y le voy explicando quien es cada uno de los ratones que salen. Carmencita se rie, mira el teléfono de vez en cuando y me hace carantoñas. Cuando suena el teléfono se pone rígida. Mira a mi madre que levanta la cabeza de la costura de unos calcetines y le dice que lo coja ella. Entonces, desde que abrió la puerta de su casa, me suelta la mano.
Mamá me susurra que baje la voz de la televisión y sale del salón a la cocina pero no cierra la puerta. Bajo un poco el volumen pero sigo escuchando las peleas de Pixi y Dixie. Me siento en el sillón de papá y miro a Carmencita no deja de sonreír. Se ruboriza y le da vueltas al cable del teléfono enredándolo en su dedo. Se gira y mira a la pared mientras dice "yo también". Durante unos minutos a Carmencita se le ha cambiado la voz, la tiene aún mas dulce y parece enfadarse cuando le dice a su novio:
- ¡Cuelga tú que te va a costar un dineral llamar! ... ¡Si! Yo también... Más... Venga, llámame cuando puedas.
Y cuando por fin dice adios al auricular la sonrisa perenne le ha cambiado a mueca y tiene los ojos brillantes. Se los restriega cuando mi madre sale de la cocina y le da las gracias tres o cuatro veces seguidas. Mi madre le pregunta como está y ella habla de ese soldado Carlos, que tardará en venir al menos un mes y o dos. Quizá unos días en feria si tiene permiso, dice esperanzada. Vuelve a darle las gracias a mi madre se justifica que ha salido a la carrera con la bata de coser para volver a casa pronto.
La acompaño a la puerta y acachándose me da dos besos antes de cerrar la puerta.
Yo pienso que el tal Carlos no tiene nada que hacer cuando vuelva de la mili. Que Carmencita será mi novia mas tarde o mas temprano.
Qué bonita la historia, Bubo. ¿Y? ¿Qué pasó con Carlos y Carmencita?
ResponderEliminarPensaba que el vecino que tenía teléfono en casa era el que más información manejaba del vecindario. Era una especie de cuarto poder.
Besos
En casa hemos sido poco cotillas. Y no recuerdo que pasó con esta gente. Bueeeno, algo si recuerdo pero... Esa es otra historia.
EliminarSi ese niño era el grandullón este, te digo yo que Carlos volvió de la mili...y poco más.
ResponderEliminarCuídense
Creo que era en Ceuta o Melilla donde estaba.
EliminarPero qué historia más linda 😉
ResponderEliminarEso del teléfono también pasaba en mi pueblo.
Solo había uno y lo tenía un listillo en su casa, cobraba por pasos en un contador que solo veía el.
Que tiempos aquellos...
Besos chiquitín.
Mi padre trabajaba en Telefónica. Éramos de los pocos que tenían teléfono antes de los 80. A casa venían algunas personas para contestar llamadas. Y si acaso hacer alguna de emergencia.
EliminarMi padre cuando decía de poner un candando amenazando a mis hermanas que eran las que mas los usaban. Aunque, en previsión, todos aprendimos a marcar sin necesidad de usar el disco.
Hace poco unos amigos de colegio me recordaron lo divertido que era llamar a gente para gastar bromas. Bart Simpson aún no existía pero nosotros éramos ya puro ejemplo de ese vándalo.
Una historia preciosa que parece de otra época y que sucedió antes de ayer.
ResponderEliminarSi, no es nueva. Esta es para mayores del medio siglo. Seguramente la entederan mejor.
EliminarHace poco (verídico) recordé cuando mi abuela se cruzaba al teléfono de su vecina de enfrente para hablar con mis tíos. Qué bonita y sencilla historia, la que cuentas. Me ha encantado!
ResponderEliminarEn casa también teníamos que llamar a la vecina de mi abuela para hablar con ella. Aunque no recuerdo que ella fuese nunca a coger el teléfono estando nosotros en su casa.
EliminarMe resulta una historia familiar aunque yo soy más de Don Gato que de Pixie y Dixie "marditoz roedores"
ResponderEliminarSalud
Don Gato también me gustaba mucho. Con su sombrero y su bastón. ¡Que elegancia! No se necesitaba dinero para ser distinguido.
EliminarPrecioso relato, me ha encantado la historia y tu forma de contarla.
ResponderEliminarEncantado de que te guste.
EliminarEsa historia podía pasar perfectamente en una calle como la mía...Cuantas veces la vida cotidiana se repite de casa en casa que pudiera ser la de cualquier pueblo como es el caso donde vivo yo. Tengo recuerdos que van a salto de mata como quién dice; tan bién tengo añoranza de un tiempo bañado por mi niñez...
ResponderEliminarUn saludo desde Rute
¡Que gran pueblo Rute!
EliminarLe agradezco la visita. En su caso, le preparo un carajillo.