Sale temprano de casa. Le ha costado desperezarse. No hay nadie que la anime a madrugar en su cama. Lo hace por inercia, por que es lo que ha aprendido, porque de pequeña ya le inculcaron el deber del trabajo, las obligaciones de alguien como ella. No es la única. En su camino se le unen otras, todas parecidas, el mismo patrón de moda para cada una de las que salen de esa colmena. Pero hoy… hoy tiene pinta de ser un día que tan bien aprovechan los zánganos y la abeja prefiere dedicárselo a ella antes que un día más elaborando miel, cera, para una gorda monarca parturienta.
Tiene sus años este texto pero hoy me venía al pelo.
creo que soy zángana, madrugar por obligación y la malaleche me acompaña hasta medio día
ResponderEliminarJuas. NO te lo crees ni tú. Una cosa es que la malaleche te acompañe pero de zángana... nada.
EliminarBien por tu abejita.
ResponderEliminarEs conveniente salirse de vez en cuando del papel que se nos ha asignado en la colmena.
A veces toca, si. Y en estos días lo veo imprescindible.
Eliminar¿Qué tenía de especial ese día? ¿No son todos iguales?
ResponderEliminarSaludos,
J.
Todos los días nos pueden parecer iguales pero hay uno en que nosotros cambiamos, quizá solo un poco. Y ese día puede ser especial, o quizá no. Y eso es lo que no jode. Que seamos conscientes de lo especial que puede ser y no lo aprovechemos como deberíamos.
EliminarUff. Me lío.