El tipo llora. Saca un pañuelo de papel arrugado y se lo pasa por la nariz. Con el dorso de la otra mano se recoge una lágrima. Mira a un lado, a otro, después al suelo. No hay nadie alrededor y vuelve hacer una mueca que le hace saltar otra lágrima. Llora. A mi no me ve. El imbécil me tiene justo en frente. Detrás de una ventana, de un mostrador, de varios bancos vacios y una puerta de cristal, pero no me ve. Su mundo está cerca, muy cerca de él. Lo demás no debe importarle, por eso llora cuando piensa que nadie lo ve. Pero yo si lo veo y me da asco. No puedo evitar descomponer la cara que vez que le veo arrugar la nariz con el pañuelo. Cada vez que alguna chica pasa cerca de él y mira al suelo. Cada vez que una arcada parece llegarle del alma y se le atraganta en esa nariz mocosa.
Me da asco porque me recuerda que hace dos años, en ese mismo banco, yo llorova igual que él la partida de la misma chica.
la misma?? ya es casualidad.... llorar es un acto de liberación..
ResponderEliminarBueno... la misma no. ¿Pero no me dirás que no queda mejor?
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ResponderEliminarYo pensaba cómo puede ser tan cruel, cómo puede sentir asco por alguien que llora, pero más que justificado (o no) si es su rival en temas sentimentales. Deduzco, precisamente por ese asco, que esa chica lo abandonó hace dos años por el ahora llorón. Quizá puedan crear un club.
ResponderEliminarMuy bueno, me sorprendió y me gustó.
Un beso
El club de los llorones abandonados. ¡No estaría mal!
EliminarGracias Alís.
Es que con el mismo pañuelo limpiarse ojos y mocos...al final,conjuntivitis fijo jjaajja. A veces es fundamental, lo peor cuando no se llora en el momento, así que necesaria esa lluvia lacrimosa para que luego salga el sol.
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