27/12/18

...

Cristina arrastraba los pies por el pasillo. La mochila ajustada a los hombros parecía pesar como si llevase media casa en ella. Desde la puerta de una de las habitaciones alguien asomó. 

- ¡Ya era hora! - Gritó una mujer pequeña mientras se ponía las manos en jarras. - ¡Cinco minutos tarde! Yo no tengo por que estar aquí mas tiempo del que me toca en mi turno. 

Cristina llegó a su altura, atravesó la puerta y movió los labios con un saludo que ninguna de las compañeras que estaban cambiándose pareció escuchar. Dejó en el suelo su mochila. La mujer de la puerta la siguió y volvió a gritarle. 

- ¿Pero tú que te crees? ¿Que tengo toda mi vida para esperarte? ¡Todos los días igual! Ni un puto día puedes llegar a tu hora. Y yo, aquí, esperando para poder irme del trabajo. 
- Acaban de dar las dos. No llego tarde. Y sabes que antes venía quince minutos antes, pero me habéis quitado las ganas. 
- Y a mi que me cuentas. Yo llego a mi hora y tú haces lo mismo.- Le gritó mientras la agarraba de un brazo para que se girase.
- Si tanta prisa tienes vete ya y deja de darme por culo. 
- ¡Que yo te estoy dando por culo! Eres tú la que me jodes a mi llegando tarde todos los días. 

Crístina siguió con su rutina al inicio del turno. Se cambió la camiseta que llevaba de los AC/DC por otra gris descolorida y los vaqueros por un pantalón dos tallas mas grandes del mismo tono triste que la camiseta. Mientras, la otra seguía gritando. Cristina se dirigía a la puerta cuando se interpuso su compañera. 

- ¿Me dejas pasar? - Le preguntó.
- ¿Pero que te has creído? Estas jugando con mi tiempo. 

Cristina entonces le puso la mano en la espalda para apartarla. Su reloj se enganchó en la coleta de la compañera y esta dió un traspiés. 

- Aaaaaaahhhh!! - Chilló la mujer mientras se cogía la coleta. 

Se revolvió rápidamente con el brazo levantado y una compañera que miraba ala escena desde uno de los rincones de la habitación le gritó.

- ¡Marga no la toques! Lo he visto. Ha sido una agresión. Se le va a caer el pelo. ¡Será hija de puta! 
- ¡Agresión! ¡Agresión! - Gritaron a coro las compañeras de Cristina como si lo hubiesen ensallado durante días. - ¡Hija de puta! 

Cristina cogió el cubo para empezar su trabajo. Cerro la puerta. Cansada, como si la vida le acabase de echar dos o tres años encima arrastraba los pies por el pasillo. 
Empezaba su turno. 

26/12/18

No confundir Roma con Santiago.

- ¿Pero es que le has puesto un ocho?
- Le hubiese puesto un siete y medio, pero la página solo permite enteros. 
- ¡Dos puntos más! ¿Como le puedes poner dos puntos mas?
- Pues... ¿qué quieres que te diga? ¡Para gustos los colores! Que por cierto, esa que tanto te gusta, no tiene. 
- ¡Mira! Déjate de tonterías que es un peliculón. Y si no tienes ni idea de cine no te metas a puntuar en filmaffinity. 
- Pero... ¿te digo yo a ti algo porque solo te gusten las raras? 
- ¡Todos los días! Aún no me has perdonado que le pusiese un cuatro a Tarzán.
- Es que Tarzán es Tarzán. ¿Como se puede suspender cualquier película de Tarzán?
- No, claro. Ni Tarzán ni Spiderman, ni ningún tío que vaya colgándose por ahí salvando al mundo. Todo eso de ocho para arriba. Y a Roma... ¿A Roma le pones un seis?
- No es por que sean tíos. Wonderwoman, Catwoman, Lara Croft, Lisbet Salander... ¡Están genial! Es solo que Roma... pues no le pillé el punto. Y... ¡Joder! Esta última de Spiderman está bien. 
- ¿Pero si es un comic? Ni si quiera son actores. 
- Y que tendrá que ver Roma con Santiago. Que es un peliculón. Y además... si ni siquiera la has visto. 
- ¡Ni la veo!




Y esto a qué viene... ¡Ah si! Que me estoy imaginando la conversación cuando Silvia vea que le he puesto mas nota a Spiderman: Universo Alternativo que a su idolatrado Alfonso Cuarón y su última pelicula; Roma  

24/12/18

Felices fiestas.

 "Que las musas te pillen trabajando." Decía el cabrón. Las musas, las pitonisas, mi hijo, mis hermanas, los amigos, el tipo de Amazon, a mi me pilla trabajando todo el mundo en estos días. ¡Una mierda! Pero... ¿qué le vamos a hacer? Después quiero comer todos los días, o al menos beber, y salir, y vestirme y hacer todas esas cosas que hace la gente normal cuando tiene tiempo para lo que de verdad le gusta. El caso es que en estos días estoy algo liadillo, lo que no quita que le tenga ganas a este día. A celebrar la Nochebuena como se merece, a festejar la Navidad, y todo lo que se ponga por delante. ¡Habrá cosa mas bonita que celebrar un nacimiento! (Sobre todo ahora que tienes todas las opciones para no tenerlo, desde prevención, hasta píldora del día después o el aborto en última instancia. ¡Vamos que el que lo tiene es por que quiere! Así que... A celebrarlo.)

Bueno, el caso es que lo que quería es felicitaros para estos días. Navidad, Año nuevo, Reyes (por si se me pasa mas tiempo), las fiestas en general. Ya las celebréis como cristianos, musulmanes, o ateos confesos. Que os vaya bien. Que las risas sean la tónica en estos días y... si hay por ahí algún asunto chungo, que no sea como esas malas borracheras que te hacen aborrecer un licor en concreto. Al fin y al cabo tú eres el responsable de como tomarte las cosas. 
Que os vaya bien. 


¡¡Felices Fiestas!!


21/12/18

Las notas.

Miró sus notas y se echó las manos a la cabeza. 
- ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! - Susurraba mientras las guardaba en su mochila. 
Salió de la clase arrastrando los pies, la cabeza baja durante todo el recorrido. Solo cuando pasó al lado de un escaparate y le devolvió la imagen hizo acopio de fuerzas para incorporarse. Cuando llegó a casa y abrió la puerta ya se le había derrumbado de nuevo. 
Desde el salón una voz gritó:
- ¿Y las notas? ¿Te las han dado?
- Pssee
- ¡A ver!
El tipo se levantó del sofá y alargó la mano. Eran los dos de la misma altura pero la cabeza gacha del estudiante hacía parecer al otro mas alto. Miró las notas y negó con la cabeza. 
- Te dije que te mirases los videos que te envié. Pero tú no. El fin de semana de cachondeo con los amigos. Mira que te dije que te ayudaba si necesitaba algo, pero tú... ¿Qué vas a necesitar? ¡Todo lo tienes que hacer solo!
- ¡Bueeeno pero es que...
- ¿Qué me vas a contar? ¡Joder papá! Que nos conocemos. 




27/11/18

Hat

No recuerdo de quien es la frase: "No hay nada mas ridículo que un hombre corriendo tras su sombrero".

Quizá por eso he perdido varios. Bueno... por eso solamente no. El primero lo perdí, mejor dicho, se me escapó en Sevilla. Me salió trianero y por el puente que le da nombre al barrio decidió llegarse a Sanlúcar. Mas que correr, hubiese tenido que nadar para recogerlo. Quizá no fue mi sentido del ridículo, si no mi sentido de la lógica, el que mi hizo despedirme de él desde la barandilla del puente. Decirle adiós con la mano y aún alzada para intentar reterlos y mirarlo desaparecer con el rostro apoyado en la barandilla.
Mi segundo sombrero terminó haciéndose toledano. Se quedó en un piso de una calle con nombre de virgen y dueña generosa como tal pero sin el mismo calificativo. Y es que la salida de Toledo se hizo con mas premura que cálculo. Quizá no era cuestión de vida o muerte pero si de varias hostias que no deberían venir la caso. En mis siguientes visitas a Toledo, ni recuerdo la calle ni sabría poner cara a la nueva propietaria sin localizar un lunar con pinta de duende bajo el pecho izquierdo.

Correr tras un sombrero es, ciertamente, ridículo. Cuando lo recuperes tienes que mostrar la máxima elegancia y si no... dejarlo partir.



P.D. Los sombreros de feria no cuentan entre los que he perdido.

26/11/18

...

Hoy tengo ganas de escribir. Nada en concreto, solo por ir moviendo los dedos, ir rellenando la pantalla y ver que ocurre por mi cabeza en este momento. No es que no haya nada, es solo que no quiero, o no puedo, ponerme a escribir una historia. Quizá porque esa historia está muy metida en los últimos días. Y entonces tendría que pensar en todo eso, y no me apetece. Solo escribir. Sin nada que contar, o quizá si pero dentro de un momento cuando haya calentado la mano, la cabeza... Cuando lo que quiera escribir no duela tanto que tenga que parar a cada momento para recuperar sensaciones y pensar en como plasmarlas en este texto. Y es que en los últimos días he estado bastante liado. Lo peor es que ni si quiera tengo la excusa del trabajo como otras veces, ni las clases de inglés (putas clases de inglés, ¿quién me mandaría?), ni mi nene. ¡No! Esta vez mi cabeza me ha jugado una mala pasada. Tan centrada como intento llevarla para algunas situaciones la muy hija de puta de vez en cuando te trae un ramalazo, un recuerdo, un pensamiento que te deja trastocado para unas horas. Una imagen, estos últimos días he tenido varias que serán difíciles de olvidar, aunque también otras han sido muy buenas. Creo que cuando pongo eso de tener imágenes buenas en estos días tiene mas que ver con obligación, casi impuesta, de ver lo bueno en cualquier cosa, de sacar el lado positivo en la situación mas mala, más que la imagen formidable que podría haber sido.
Si. Tenía ganas de escribir pero se me van pasando y lo peor es que sigo sin encontrar las palabras, el micro, o la idea para decir que el padre ha muerto. 

15/11/18

Las tardes muertas.

Las tardes olían a café de puchero y
alhucema de brasero de cisco.

Y morían despacio de muerte natural.

Carlos Colón.
en su columna de "La Ciudad y los días".

11/11/18

Cincuenta y cuatro.

Hoy cumplo cincuenta y cuatro.
¡No! No es mi cumpleaños.
Es solo la edad que me toca hoy,
que el cansancio llega a los dedos
y solo funcionan para teclear excusas.
Excusas de las canas, de frustraciones,
de no querer como me quieren,
de esa puta manía de dejarlo todo para mañana,
de ahorrar lágrimas para mas tarde
y añoranza de las risas gastadas.
Hoy cumplo cincuenta y cuatro,
o cincuenta y seis.
Y la lluvia me regala un día gris
en el trabajo.

22/10/18

...

Los adivinos contemplaban el humo
y las heces.
Los brujos traducían los poemas del premio Loewe.
Nos dábamos por el culo sin cesar,
tiritando en las chozas.

Sergio Algora. 

16/10/18

Colores de calendario.

Como una impresora sin tinta se descoloren los días. Los rojos son rosados, y los negros tornan al gris, gris clarito.
La felicidad es una mala mueca de sonrisa.
Se me destiñen los días
o la vida.

14/10/18

Hay un fuego. (La M.O.D.A.)


Él dijo una vez que no es la fama
ni el dinero
pero cada halago significa el mundo entero
si es sincero
seguiré tocando si me muero
no importa si vivo de esto
o de ser camarero

hay un fuego dentro que nos guía desde niños
la llama se quema si detrás no hay un latido
hay un fuego dentro y será vuestro peor enemigo
arderán vuestros continentes sin contenido

canto para los que se han quedado sin motivos
siempre he sido más de perdedores y perdidos
no vencidos
no podrán secar el mar, no van a poder parar
la fuerza del destino y
sonreímos

deja que me cuele en tus oídos
hay canciones que pueden curar a los heridos
no quiero mentir y ya he mentido
si digo que no he cambiado y sigo siendo el mismo

los nuevos demonios son los vasos
y los besos
sonreir al otro lado del abrazo
y del espejo, es un reflejo
no sé dónde va a llegar
no sé si será capaz de no
decepcionar

siempre hay una luz
no se va
es igual que tú

Suenan las sirenas y no es de la policía
en este cementerio por un día hay
alegría desbordada
veo al viejo que está ahí
e intento comprender cómo será
cuando me llamen viejo
a mí

hay un fuego dentro que nos guía desde niños
hay un fuego dentro y será vuestro
peor enemigo
no sé dónde va a llegar
no sé si será capaz de no
decepcionar.

Sin prisas.

La lluvia, 
sin la estridencia del despertador,
me hace abrir los ojos. 
Parece temprano,
aún  no hay prisa. 
Busco en el móvil 
la hora, 
el día, y una justificación.
¿como es que no me había avisado 
de esta agua?
Es domingo.
Quizá no sea buena idea
salir en bicicleta.
¿Como pueden correr 
tanto los minutos estando 
en cama?
No, no hay prisa. 
La ducha juega a ser lluvia.
El pan de ayer 
permite hacer un bocata
y el movil,
otra vez el móvil, 
no me habla de autobuses. 
No hay prisa. 
Ni autobuses. 
La cultura no ocupa lugar,
quizá solo dos o cuatro gigas, 
los cuadernos si, y el libro electrónico,
y la agenda y los bocatas 
que acabo de preparar y
engordan la mochila. 
No hay... 
no, si hay prisa. 
¡Odio eterno a los paraguas!
Pero cojo uno
con apertura automática 
y marco en el móvil, 
de nuevo el puto móvil, 
un número para justificar retrasos:
La lluvia, ya sabes, le digo.
Y escucho que no hay prisa. 
Ni autobuses. 
Mientras veo 
en la parada del cinco 
como cae la lluvia, sin prisas. 

Nadie en la calle.
Solo lluvia y pocas ganas
de ir a  trabajar. 

2/10/18

Castillos de arena.

Siempre he construido castillos de arena.
Solo que durante un tiempo,
mientras mi hijo pensaba
que de los dos, era el niño
tuve que hacerlos al lado del mar.

Calorías.

Seis kilómetros y cuatro cientos setenta metros para llegar, andando hasta el punto de visitantes de Medina Azahara, en cincuenta y un minuto y once segundos. Seiscientas cincuenta y siete calorías que dice "Endomondo" que he perdido.
Vuelvo con una distancia menor: cinco kilómetros y ochocientos ochenta y ocho metros, en un tiempo de treinta y cinco minutos y treinta y tres segundos. Quinientas noventa y siete calorías mas que se habrán quedado por el canal. La vuelta es una distancia menor, primero porque ya venía recortando y segundo porque lo he parado poco antes de llegar al piso. Concretamente en la puerta de Roldan. Donde, sacando la cartera, he ido a la dependiente y le he dicho:
- Buenos días. ¿Me pone dulces por valor de mil doscientas cincuenta y cuatro calorías?

Escaparate de la pastelería Roldán


P.D. El ejercicio físico solo se hace por un motivo: Para comer lo que te apetezca. 
Y aquí hay dos tipos: Los que quieren comer personas (básicamente follarse lo que le apetezca) y los que quieren comer de todo. (Vamos... sentarse delante del salchichón y empezar a cortar en la  presilla de aluminio y terminar rebanando lo guita.)

24/9/18

Felicidad VS Creatividad

La búsqueda de la felicidad es mas creativa que el mantenimiento de esta.

Bubo dixit.

O como diría Sabina: "... que no escribo una nota desde que soy feliz."

3/9/18

31/8/18

Debería

Debería estar follando.
O en terraza bebiendo cerveza
y whisky.
Buscando algo apetecible
para charlar, comerle la oreja,
la boca o el coño.
Debería estar borracho
o en proceso. Salir de trabajar
y buscar la esperanza de un fin
de semana largo entre bares y alcohol.
Reirme de mi sombra y brindar
con ella, alargada frente al sol.
Debería... Yo debería.
Pero se me hace tarde y el sol
ya se fue con otro. Ni siquiera
quedan
sombras para beber.
Y nadie con quien follar.

Para mi.

Para mi se queda seguir, con el rabillo del ojo, el corte de tu short en la nalga. El encaje de un sujetador asomando timorato en tu camiseta. El canal de tu pecho hacia el abismo guardado por celosas gafas oscuras.
Para mi se quedan tus manos acariciando el pelo, tus dedos guiando el renglón escrito de Laura Esquivel, tus ojos brillando con su lectura.
Para mi se queda, solo para mi.

(Y solo tres segundos, porque ya estás fuera de mi vista/vida.)


27/8/18

Bellas Artes de Córdoba. La estela de Murillo.

No tenía nada. Nada que no hubiese visto ya en infinidad de fotos, de cuadros, de láminas. Desde el colegio hasta aquel novio que se echó medio pintor había visto todas las inmaculadas posibles, en todos los colores, todos los tamaños. Pero ayer, el cansancio y el calor de Córdoba la obligaron a sentarse en aquel banco frente la virgen de Antonio del Castillo. Quizá si la vista hubiese caído el lado contrario el descanso habría sido solo eso, un descanso. Se detuvo entonces en las formas, gordos angelotes copiados por los barrocos, se paró en el manto volandero de la purísima, en el celeste azul que ducha a todo personaje de aquellos cuadros y solo cuando vió a aquel niño con papiro con una distorsión en el cuerpo fue cuando se echó atrás. La postura incómoda del serafín le hizo ladear la cabeza, volver a mirar todo el cuadro con otra perspectiva. Fue lo que la tuvo durante unos minutos pendiente de la pintura. 
Después, como si hubiese encontrado el reloj Casio en la muñeca de aquel figurante romano de Nerón, sonrió y haciendo un aspaviento se marcho. 




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Pues si, ayer tocó visitar el Bellas Artes. Hacía tiempo que no caía esa visita y en estos meses se expone: "La Estela de Murillo". Esperaba más de esa exposición, sobre todo después de haber leído críticas buenísmas desde Sevilla, pero claro, no es la misma que ha estado en la capital Hispalense el pasado año, muy restringida esta. De todas formas uno aprovecha y se da una vuelta por esos lugares que tanto gustan (al menos a mi) y que por estar cerca no se visitan con tanta frecuencia como a gustaría. Recomendable al fin y al cabo. Si no por la exposición con relación a Murillo si por el resto del Bellas Artes de Córdoba. 

8/8/18

El ventilador.

No hay música en la casa. Tampoco aire acondicionado. Solo un ruido de aspas, un chasquido que precede a un giro del aire, un soniquete que se repite sin pausa mirando con su ojo ciclópeo de un lado a otro de la habitación. Los míos lo siguen a él, y ya va para más de media hora.

Aparece una mosca, una puta mosca, que rompe la dulce tranquilidad de la tarde.


4/8/18

Cerrado por vacaciones.

He estado leyendo varios blogs. Algunos los sigo, otros me los encuentro. Casi nunca leo nada de alguien que haya dejado de publicar hace mas de dos o tres meses, aunque siempre hay excepciones. El caso es que en varios me he encontrado un "Cerrado por vacaciones". ¡En serio! ¿Que necesidad hay? ¿Tienes que hacer una entrada para decir que no vas a hacer entradas? Por que digo yo que puedes hacer una entrada para decir que te vas de vacaciones, que eso lo veo medio normal, pero... ¿a que vienen eso de anunciarlo? Primero, la policía ya avisa de que no dejes "pistas" de que estas fuera. Segundo, un blog no es una obligación (¿o si lo es para ti?), por que para mi es un gustazo escribir y si tengo tiempo, que es lo que pasa en vacaciones, mejor que mejor. Luego ya te liarás y harás cuarenta mil cosas antes que escribir que la felicidad limita mucho la escritura. Pero... ¿para que anuniarlo? ¿y si luego te dan ganas de escribir que haces? ¿lo publicas en septiembre? ¡Anda ya! Tercero, ¿a que vienen poner los dientes largos al resto de los mortales curritos? Por que aquí, en la blogosfera, quien más quien menos, está currando. ¿Que quieres dar envidia? Bueno pues si, lo has conseguido. Eso y que te mande a tomar por culo por el tono verde que estoy cogiendo. (En vez de moreno de playa.)
El caso es que esta entrada viene a una miniconversación con Greta4__ que me decía algo así como que somo los mas pringados. Que no faltamos de ninguna. Cosa que tiene razón. Y que ella iba a intentar escribir algo esta noche. Y como no voy a poder hacer nada en un rato y no quiero dejar pasar un día mas sin entrada... Pues cae esta. 

Y no... No cierro por vacaciones. (¡Joder si es cuando mas escribo! Además que estoy currando.)

31/7/18

Lector omnisciente.

Sabía que era el asesino. Desde que dieron las vacaciones lo había seguido por todos los rincones. Cada página me llevaba a la mismo conclusión pero descubrí tarde que el cadáver era yo.

23/7/18

Un día normal.

Es un día normal. De esos que no traen nada nuevo. Y el sueño no se iba de la cama ni siquiera cuando el despertador sono, como pasa siempre, por segunda vez. No hay rebajas en el supermercado por que hoy, el capricho, solo nos lo hemos podido dar con un yogurt de trufa. El pan, la leche, las cebollas y el salchichón cuestan lo mismo que ayer. Hoy es un día normal y ella ha comido sano y yo... yo no. Y la siesta ha sido corta y el calor no ha sido sofocante. ¡Que buen verano llevamos! Ella sale a pasear y, en el centro, recoge un talonario de la Mutua. Me dice que pasará por mi trabajo para recogerme, eso no es normal. Pero si entra dentro de los planes en los que los dos iremos de la mano. Hoy es un día normal. Por eso quiero hablar con ella y decirle que estos días, estos tan normales, para mi son especiales. 

19/7/18

La acabadora.

Me he vuelto a enamorar. Se llama María Listru. Tiene un mirada inocente y descarada. De esas que aparecen cuando la falta de años se suplen con la insolencia de conocer la verdad mas profunda. Esa que luego se diluye entre penas y hostias (a veces las que nos dan los que queremos y otras la vida misma). 
María es encantandora. Traviesa (por que robar con pocos años es solo una travesura) y coqueta. Es la cuarta hija de una familia que a la que ya le sobraban mujeres. Quizá por eso su madre no tardó en darla como fill´e anima a la tía Bonari. 
A María, esa foto, se la hizo Carlo Bevilacqua, un día que visitaba algún difunto con la tía Bonari. Yo aún no conocía su historia que escribió unos años mas tarde Michela Murgia. Pero desde ayer que la conocí un poco mas... me volví a enamorar. 


10/7/18

Atreverse.


Aún no se decide. Seguir adelante, atravesar la puerta o esperar. Mira su móvil, como si fuese a darle la respuesta correcta. Detrás de ella, como si se avergonzase de su poca decisión, su reflejo le da la espalda.

2/7/18

Dejarse querer.

Dejarse querer es un buen oficio salvo que la otra parte resulte atosigante. 

Noche de aparecidos.
De José Luis Martín Vigil. 

(Recomendado para los que nos gusta escribir.)


23/6/18

Amanece.

El café sin prisas.
Mirar la sierra tras la ventana.
Los autobuses educadamente silenciosos, que aún no ha salido el sol y la gente duerme.
Unos gorriones funambulistas que buscan su nido.
La música caprichosa que no se atreve a alzar la voz.
El verde movimiento de las ramas de un árbol.
Es sábado. El día está pidiendo su lugar. Pero aún quedan cinco minutos donde todo puede perfecto, después... Amanecerá.

11/6/18

La Senda del tiempo.

A veces llega un momento en que te haces viejo de repente
sin arrugas en la frente pero con ganas de morir.
Paseando por las calles todo tiene igual color
siento que algo hecho en falta no se si sera el amor.
Me despierto por las noches entre una gran confusión
esta gran melancolía esta acabando conmigo.
Siento que me vuelvo loco y me sumerjo en el rencor
las estrellas por la noche han perdido su esplendor.
He buscado en los desiertos de la tierra del dolor
y no he hallado mas respuesta que espejismos de ilusión.
He hablado con las montanas de la desesperación
y su respuesta era solo el eco sordo de mi voz.
A veces llega un momento en que te haces viejo de repente
sin arrugas en la frente pero con ganas de morir.
Paseando por las calles todo tiene igual color
siento que algo hecho en falta no se si sera el amor.




Aquí debería venir una entrada donde en cada verso explicase lo diferente que se ve ahora a como lo hacía con veinte años menos, con diez menos pero... ¡Pero no! Por que exceptuando el primero, ese que dice que "a veces llega un momento en que te haces viejo de repente" y tenía claro que ya no me haré viejo de repente, que lo estoy haciendo de poco a poco, excepto ese... Todos los demás son incuestionables.

¡Será que es lunes!

28/5/18

ARENA, de Tennessee Williams

Acabo de leer este relato. Me ha dejado un nudo en la garganta y... bueno pues no quiero que se me olvide. ¡Que mejor manera que dejarlo por aquí! Así puedo encontrarlo pronto y compartirlo. 
Espero que te guste. 



ARENA.
La vieja está tumbada despierta escuchando el sonido de la respiración del hombre. Noche tras noche es igual. Ella no consigue dormir porque escucha aquel pito ronco, dolorido. Siempre que el sonido se interrumpe queda tensa, a la espera, mientras los atroces momentos se ciernen sobre su propio pecho casi inmóvil como pesas de hierro. Luego, poco a poco o de repente, el sonido se reanuda. Él no ha dejado de respirar. Sólo se ha despertado durante unos minutos y luego vuelto a dormir.
—¡Gracias a Dios! —susurra ella—. ¡Gracias, Dios mío!
Durante el día también escucha. Mientras está en la cocina siempre tiene una oreja atenta a lo que pasa en la habitación de delante, donde él está leyendo. Escucha que pasa las páginas del periódico y que golpea la cazoleta de la pipa contra el cenicero.
Aquellos sonidos la tranquilizan y respira con más libertad.
Le llama:
—¡Emiel, Emiel, es la hora de tus gotas!
Él vuelve pesadamente a la cocina. Arrastra con torpeza los pies y hay una mirada indecisa en sus ojos inyectados en sangre. La pierna derecha se le ha quedado algo rígida debido al ataque. Ya no tiene la mente demasiado despierta. Siempre lleva la chaqueta con manchas de grasa. Sorbe al comer. El agua le cae barbilla abajo cuando bebe. Muchas veces ella tiene que repetirle las cosas antes de que parezca entender. Pasa mucho tiempo sentado, en otra cosa. Se tumba en el sofá junto a la radio y no oye nada. La música parece inexistente. Los actores, los aficionados, los que dan las noticias, y las orquestas sinfónicas; todo es inexistente para sus oídos. Piensa en su enfermedad. Su cara ya es como la cara de un muerto, gris e inexpresiva.
—¡Emiel, Emiel! —le llama ella.
Él se alza lentamente del sofá o la butaca y mira distraídamente a su alrededor. Suspira o gruñe. Ella le trae el vaso de agua teñida de color rosa con las cinco gotas. Él lo agarra sin decir nada y lo vacía. Un hilillo color rosa le resbala por la barbilla, donde hay un inicio de barba gris, y le mancha la chaqueta. Ella se le acerca. Frunce los labios. Emite un leve sonido. Le toca la barbilla con la punta del pañuelo. Le cepilla la mancha húmeda de la chaqueta. Le da unos golpecitos cariñosos en la bóveda color rosa y plata de la cabeza o pasa unos trémulos dedos por su floja papada sin afeitar.
—¡Emiel! —murmura tristemente.
Él se vuelve a hundir en el sofá y ella le arropa con la manta india. Es una manta roja y negra de los navajos que compraron casi cincuenta años atrás durante su viaje de novios a la Costa Oeste. Ella se acuerda del miedo que le daban, o hacía ver que le daban, los indios de aspecto feroz reunidos en torno al andén de la estación; de cómo soltó unos grititos de placer ante el brazalete de turquesas y luego de terror cuando unas mujeres indias que gesticulaban y gruñían formaban un círculo a su alrededor, acercándole con aspecto avaricioso cosas a la cara. Se acuerda de cómo la rodeó el brazo de Emiel y de cómo sus dedos le apretaban espasmódicamente el costado hasta que ella casi se desmayó. Consiguió volver al tren con dificultad.
La radio sigue. Un candidato a las elecciones suelta un discurso. La voz resuena dramáticamente. Declara que los asuntos de la nación están en crisis. Se encuentran en juego opciones vitales. Pero allí, en el acogedor interior de su cuarto de estar, ninguno de los dos escucha las palabras del estadista. Los envuelve la noche. Cuadrados negros de esa noche se aprietan contra las cortinas de la ventana. Están solos. Están sentados muy juntos. Sólo están ellos dos en el interior iluminado por la lámpara. Tienen aspecto de posar para una fotografía. Dentro de un momento la cámara hará click y el que hace la foto dirá:
—Muy bien.
Y los dos sonreirán y volverán a moverse.
Pero ahora están a la espera.

A las diez y media ella le ayuda a levantarse de la butaca o el sofá y van al dormitorio. Él se dobla para quitarse las zapatillas.
—No, Emiel, déjame a mí —susurra ella.
Las manos de ella son asombrosamente rápidas y ligeras, pero tienen un aspecto feo; las venas se le anudan como gusanos debajo de la piel de un rojo violáceo.
—¡Ya está, viejo gruñón! —susurra ella.
Sus ojos le lanzan una mirada de broma desde debajo de la maraña de despeinado pelo gris y él vislumbra en ellos algo de un brillo efímero que es el fantasma de su juventud surgiendo con una rapidez tímida, furtiva, como si ese brillo fuera consciente, y se abochornase de ello, de su propia incongruencia, y luego revolotea fugazmente, como el trino de un pájaro que descansa momentáneamente en una rama helada, lanza una sola mirada de sobresalto a aquellos tiempos brillantes, glacialmente inhóspitos que los rodean, y luego regresa instantáneamente a esa sombría pero segura dimensión de la que ha surgido milagrosamente durante aquel único momento.

Mientras él se desviste ella va a la cocina y le prepara una taza de leche caliente.
—¡Emiel, Emiel! —llama.
Él va arrastrándose pesadamente a la cocina. Las zapatillas de fieltro susurran tristemente en el linóleo de cuadros blancos y negros. Las tablas desajustadas crujen. Emiten pequeños quejidos poco entusiastas debajo del tambaleante peso del viejo. Éste mira con fijeza inquisitiva durante unos momentos la nevera y la cocina de gas como si le estuvieran haciendo una pregunta que él no hubiera entendido del todo.
—Emiel, tu leche —dice ella.
Él no parece que vea. Ella se la alza hasta los labios. Él sorbe lentamente. Gruñe. El paño de cocina de ella casi no resulta lo bastante rápido para atrapar el hilillo blanco.
—Emiel —murmura ella tristemente.

Emiel ya nunca tiene la mente despejada del todo. Ella se pregunta si de hecho es consciente de lo que está haciendo. ¿Sabe lo que le dice ella? Habla mucho. Aquellos días el silencio parece pesar. Ya no es una cosa natural como solía serlo antes de que él sufriera el ataque. Ahora el silencio espera y espera, es un miedo constante.

Cuando la luz se va ella empieza a pensar de nuevo. Las ideas le invaden implacablemente la cabeza y murmura en voz alta. A veces se trata otra vez de la orilla del mar y él está tumbado junto a ella en la arena caliente. Los brillantes granos se le deslizan por la palma de la mano y le hacen cosquillas en los brazos y las piernas al aire. Este recuerdo tiene una vida extraordinaria. Es el más vívido de todos. Oye el sonido de las olas que llegan y cierra los ojos lentamente ante el brillo del sol. Los colores de un prisma destellan entre sus pestañas entrecerradas. Oye la voz de él, lenta y acariciadora como los granos de la cosquilleante arena. Rose. Rose, Rose. Rose. Está intentando que ella sonría. Pero ella no sonreirá. Mantiene los labios tensos, apretados. La arena se desliza haciéndole cosquillas; poco a poco. Luego más deprisa. Luego más despacio. Está caliente, muy caliente en su piel al aire. A pesar de sí misma los labios se le empiezan a curvar por las comisuras. Se ríe en voz alta. La tierra se alza y oscila debajo de ella. El cuerpo le crece. Es inmenso. El momento es intemporal. Forma un arco perfecto en el espacio. Susurra el nombre de él. Luego contiene el aliento. Sí. Todavía está al lado de ella. Pero la arena caliente ya no se le desliza por la palma de la mano. El sol brillante ha desaparecido. Está oscuro. Ella se da la vuelta poco a poco en la cama, con los ojos cerrados. Si extiende los dedos puede tocar la sábana que le tapa a él. Sí. Le oye respirar. Todavía respira. El áspero sonido como de arrastre sigue cansinamente. Un objeto cansado, pesado, que se arrastra dolorosamente hacia adelante. Empuja y tira de sí mismo con desesperación hasta un poco más allá. ¿Cuándo se detendrá? Ella se estremece. No, no puede ser. Nunca. A ella no le puede pasar una cosa así...

Y entonces un día oye que algo cae pesadamente. Suelta el cucharón de sopa. Se queda inmóvil junto al fogón. Hay muchas cosas que le aseguran que no ha pasado nada. El tictac desenfadado del reloj esmaltado de blanco. El murmullo gutural de las zanahorias que cuecen. El zumbido de una mosca de verano tempranera con las alas azules contra las brillantes persianas de cobre. Y los rayos del sol en las hojas de los geranios. Obliga a que sus dedos vuelvan a levantar el cucharón de sopa. Lo agarra rígidamente como una arma; sus ojos miran fijamente sin ver. Dentro de un momento oirá el lento pasar de las páginas del periódico o el sonido de la cazoleta de la pipa contra el cenicero de cristal. Espera eso. Sigue sin haber nada. Algo se congela en su interior. Crece y se pone duro como una piedra. Vacila hacia adelante. Es inútil esperar. Deja el chorreante cucharón sobre el mantel de la mesa y se dirige directamente hacia la puerta del cuarto de estar y la abre, empujándola...
—¡Emiel! —susurra. No tiene el suficiente aliento para decir más que eso.
Él está quieto junto a la redonda mesa de roble. No se trataba de él, sólo fue un pesado libro lo que cayó al suelo.
—Lo estaba mirando. Se cayó —explica él.
Es un álbum con postales de sitios que han visitado juntos en vacaciones durante sus días más jóvenes. Hay fotos de las cataratas del Niágara, del parque de Yellowstone, y de Canadá, Florida y las montañas Rocosas. Lo iniciaron hace casi cincuenta años cuando hicieron el viaje de novios a la Costa Oeste. Desde entonces han ido añadiendo postales con constancia, casi todos los veranos que pudieron salir de la ciudad, y ahora es un libro enorme lleno de fotos.
Emiel se dobla poco a poco para recogerlo.
—No, no —exclama ella—, déjame a mí.
Va disparada hacia donde está caído el álbum. Algunas de las postales se han salido. Sus dedos rojos las recogen rápidamente de la alfombra. Levanta el álbum trabajosamente y lo vuelve a colocar encima de la mesa. Se encaran uno con el otro. Él le devuelve la mirada inexpresivo. Le cae saliva por las comisuras de los labios. Los tiene temblorosos. ¡Qué húmedos tiene los ojos!
—¡Emiel, ay, Emiel!
Le rodea apasionadamente con los brazos. Se lo acerca a su marchito pecho. En aquel abrazo debe mantenerlo junto a ella para siempre. El tiempo no se lo arrebatará. Deja que lo demás se deslice como arena. ¡Conservará aquello!
—¡Emiel! —habla, dominante. Le demostrará que ella todavía tiene fuerza suficiente para los dos.
Pero él no quiere mirarle a los ojos que le tratan de transmitir aquella fuerza. Se da la vuelta evasivo alejándose de ella con aquel arrastrarse suyo. Y la propia firmeza de ella se resquebraja. Cede por completo y, mientras él cruza la habitación, ella se le acerca insegura para volver a tratar de agarrarle por la manga, pero ya no dominante, haciendo una falsa demostración de fuerza, sino simplemente suplicando estérilmente algo que compartir.
—¿Qué pasa, Emiel? ¡Deja que yo lo sepa!
Ella le ha seguido al rincón. Él no intenta darse la vuelta y escapar. Se limita a estar allí evitando mirarla, hasta que el leve toque de ella abandona su manga, y entonces murmura:
—Sólo estaba pensando. Eso es todo.

Feria.

Entro en la Feria.
Con el pie derecho.

Las superticiones son solo tontería,
hasta que no las cumples
y se convierten en fatalidades.

Bubo dixit. 



La primera cae cerca.
No hay que andar mucho
para aliviar la sed.

27/5/18

Comprar para cenar.

Ce, o, cuatro, seis, nueve...
¡Joder!
¿Como se me puede olvidar?
¡Tan pronto!
Puta memoria que solo
se esfuerza para recordar,
en la lista de la compra,
cerveza y whisky.
Mientras un coche
con matrícula
ce,o, cuatro... ¿seis?
¡Joder!
Me ha dejado perdido
de barro el pantalón
y la ilusión.

22/5/18

Vaqueros.

Están raídos. Los parches ya no cubren todos los rotos que muestra. Hace años que cumplió su cometido. Lustroso, aburría de perfecto, pero llegó una mancha, un rozón, un montón de lavadoras y fue cogiendo el color, el tono, el cuarteado, la holgura de los buenos vaqueros. Ahora, como a un perro viejo, lo sacas a pasear orgulloso de sus años, de su lealtad, de haber sido el compañero de tantas batallas, lo sacas a pasear con cuidado. Ni una mancha, ni un imbécil que se le acerque con tizne, como a un viejo amigo el cuidado que tienes es mayor. Ya no es el cachorro que se tiraba loco por las escaleras, ahora eres tú quien lo baja en tus brazos como si fuese un hijo, un hijo gordo al que quieres igual que a uno atlético. 
Los amigos, a veces, vienen en otro formato. Y este lleva despidiéndose varios meses. Aún no sabe, él nunca lo ha sentido así, que hay vida después de la muerte. Que, como un donante, sus bolsillos irán a alguna mochila como una bolsita de recuerdos. O una pernera, alguna que quede sana, tapará a otros compañeros los sietes que se lleven tornillos sueltos. Que su vida, o su muerte, seguirá en la mía. Que no estoy dispuesto a decirle adiós. Pero aún queda mucho para ser donante. De momento seguimos los dos juntos, aún quedan cosas por hacer y en estos días hay feria. Que mejor momento que salir los dos a llenarnos de albero. 

15/5/18

Pater.

Que complicado es ser hijo. Aunque peor es ser padre. Y cuando toca hacer de hijo y de padre al mismo tiempo... ¡es bastante difícil! Eso si, el día que te toca hacer de padre de tus padres... Todo esto es una tontería.

Bubo dixit.

3/5/18

Nos movemos.

ETA se disuelve, o se diluye, o se evapora o evanece... Y yo quiero pensar que es algo así como lo que hace Walter White con el ácido fluorhídrico...
Pero no caerá esa breva.



P.D. Que dicen que ha sido mérito de la policía, la guardia civil, la fiscalía y  los jueces. Que dicen que la fuerza de la constitución los ha quebrado. Que dicen... Pero de verdad, quién se ha cargado ETA, ha sido Diego San José y Borja Cobeaga con su película "Fe de etarras". Por que cuando somos capaces de escribir y de reír de algo que nos ha dado tanto miedo... Lo tenemos superado. 

Falta poco.


El trabajo es la maldición de las clases bebedoras. 

Oscar Wilde.

12/4/18

Champions.

Después de uno de esos días completitos, con su poquito de hospital, y sus fontaneros de seguros, su vuelta al curro y una serie de tontos de libro llego a casa con ganas de olvidarme de todo. Silvia no está. Los miércoles va a la escuela de idiomas y aparece mucho mas tarde que yo. No hay ni ganas de comer. Abrazo el sofá como si fuese mi madre y allí me despatarro. Enciendo la tele y pongo un programa de historia en el que hablan de espadas del medievo. El móvil lleva con la luz parpadeando desde la siete de la tarde, ningún sonido así que nada importante. Me dispongo a ver las tonterías que mandan los amigos, alguna familia... lo típico cuando ya queda poco por hacer. En el grupo de primas (el único hombre soy yo) están hablando de fútbol. La Juve es capaz de volver a hacer la machada de la Roma, esa que nos hizo tanta gracia el día anterior y eliminó al Barça, con el Madrid. 
Silvia llega pronto. Una compañera la ha traído en el coche y viene cansada. Tampoco su día ha sido para tirar cohetes. Entra en la cocina y me pregunta si quiero algo para cenar. Le digo que no y escucho como abre y cierra cajones, el plof del frigorífico y agua en el fregadero. Mientras busco en el móvil la página del Marca. ¡Joder con la Juve! 
- ¿Y tú día?- Me pregunta Silvia dejando una bandeja con la cena en la mesa.
- ¡Fatal! Y encima la Juve va ganando en el Bernabeu. 
- Te estoy preguntando por el hospital.- Me recrimina. 
Y entonces le cuento mi día que es de esos que estas deseando olvidar pero vuelves a rememorarlo para que no se preocupe ella. Cuando acabo, corto muy pronto, vuelvo a mirar el whatsapp familiar. Un montón de comentarios de mis primas y hermanas sobre el partido. La mayoría somos del Madrid pero en todas las casa cuecen habas, así que la conversación en el móvil es entretenida. En la tele un tipo saca una espada de doble filo impresionante. Silvia ha estado comiendo mientras hablaba con su hermana por teléfono. Cuando termina empieza a hablarme de su familia. Me cuenta como su madre ha tenido que ir a... 
- ¿Otro gol? ¡Me cago en la puta! El tercero de la Juve y empata la eliminatoria. 
- ¡Te estoy hablando! - Mi grita Silvia. 
- ¡Si! Si te estaba escuchando. Me decías que tu madre había ido... pero no me has dicho nada mas. Te has parado ahí. ¡Es que la Juve ha marcado! 
Mientras termina el postre tenemos poca conversación o mas bien nula. Miro el móvil, en la tele otro nuevo programa de unos tipos que realizan con una forja armas blancas, y la web del Marca que por mucho que actualice no da un gol del Madrid. 
Silvia recoge su bandeja, se sienta a mi lado y mira la forja de la espada. Pasan unos minutos y sigue sin hablar. 
-¡Venga! ¿Qué te pasa? - Le pregunto meloso.
- ¡Joder! Que empiezo a hablarte y pasas de mi. Te pones con el fútbol y no hay otra cosa. Te pregunto por el hospital y me hablas de futbol. ¡Que le den por culo al fútbol!  Te estoy contando lo de mi madre y otra vez... 
La página del Marca se termina de actualizar. 
- ¡Penalti! ¡Penalti al Madrid y expulsión de Bufón! 

Y ahí estamos. Pasando la cuarentena del silencio marital. Espero que dure menos que la Champions por que al Madrid le quedan al menos dos partidos de eliminatoria mas. 

7/4/18

Cuando toca.

Lo que no haces con veinte lo haces con cuarenta. (O peor con cincuenta.)


Bubo dixit.
Que alguien lo diría antes, pero dudo que lo repita mas.

6/4/18

...

de Sebastiao Salgado. 

El mundo se le viene encima y solo tiene las manos para protegerse del temporal. Poca defensa la capa que la cubre y el ánimo de pelear ya lo perdió en la última batalla. La mirada en el suelo y solo una esperanza: Que sea rápido. Que no haya mas dolor. 

2/4/18

Décimo aniversario.

Aquí venía una entrada de un cambio de vida. De esos que te marcan y te enseñan mucho. De esos que crees que deberían de doler un poco pero es que ya dejaron de hacerlo. Solo quedan algunas de sus circunstancias: visitas paterno-filiales de fines de semana, una deuda impagable con la familia, otra que solo es económica y si se va pagando, y un reencontrarse con uno mismo. Atrás quedaron otras circunstancias como el resquemor, incluso con un poquito de odio, y sobre todo mucho miedo a que saliese el sol. A los nuevos días. 
Esta noche vuelvo a dormir en un hospital. Como hace diez años. Pero no le temo a la salida del sol. Solo me queda darle las gracias por dejarme ver otro día. Hace diez años me cambiaron la vida, casi consiguen cambiarme a mi, pero solo durante unos meses. 
Aquí venía una entrada de como y por qué me cambio la vida pero... Hay cosas mucho mejores que hacer. Al final, es solo una efémeride. 


31/3/18

Bye bye marzo.

Se acaba marzo. No se le va a echar de menos. Y eso que es de los meses en los que menos he ido a trabajar. Eso si, ni un día de descanso. Una semana santa pasada por agua. Unas veces por culpa de la lluvia, otras por algún lagrimón, han terminado por empantanar el alma.
Después, al final, mañana, diremos que nos ha enseñado mucho. Que hemos vuelto a recuperar prioridades y eso aclara mucho la vida.
Después, mañana, echaremos la vista y estaremos orgullosos, o no, de como nos comportamos. Sea como sea se asumirá mas bien que mal. Y el mes de marzo del 2018 será un mes que no olvidaremos aunque nos gustaría.
Después... mañana... quizá...


Pero hoy.... Ahora,solo espero que acabe. Que venga otro. Lo que sea pero otro. De este ya estoy harto.

15/3/18

708



Hemos compartido diez días. Los dos con padres enfermos, con el mismo nombre, con el mismo tratamiento, los cuatro en una habitación de hospital. Ayer, después de una noche eterna con la cortina corrida el médico vino para certificar una defunción. Mi vecino de sillón lloraba. Quise acercarme a decirle lo siento. Pero no podía. Al contrario, me alegraba. Su enfermo había muerto, porque vivir, lo que se dice vivir llevaba ya varios meses que no lo hacía. Entradas y salidas de hospital, urgencias,  y un solo paisaje: el techo blanco de la habitación 708. Sin ganas de descubrir, sin ganas de conocer, sin ganas de vivir. ¿Como iba a decirle que lo siento cuando lo que sentía era envidia? 
Me acerqué a él y le puse la mano en el hombro. Le hice una mueca. Aún no se si conseguí que fuera la que él necesitaba. Él asintio y salió de la habitación. Su padre seguí allí, muerto. Yo, mientras. daba un yogurt de fresa con pastillas machacadas al mío. Ellos se fueron. Nosotros también. Dicen que tenemos el alta. Quizá un mes, quizá mas, quizá mañana haya que volver a la habitación setecientos ocho que ayer quedó despejada. 

6/3/18

Ponte en lo peor.


Ponte en lo peor. 
El pequeño se está retrasando. Llamas a casa del amigo, o de los abuelos, de donde debería haber salido ya y te dicen que hace un rato que se fue.  Ya debería estar en casa. ¡Veras la bulla que se va a llevar por entretenerse!
Ponte en lo peor.
No llega. La preocupación del principio ahora es susto. Sales a buscarlo. ¿Dónde se habrá entretenido este niño? Mira que se lo tienes dicho.  No te distraigas. A casa y prontito.
Ponte en lo peor.
Dos veces has hecho el mismo camino, has llamado de nuevo a los familiares del amigo. Preguntas a otros amigos. A los padres de estos. Pero es que es imposible que se haya despistando tanto. Sigues con la esperanza de verlo pronto. ¿Le habrá pasado algo? La bulla que se iba a llevar tendrá que esperar a encontrarlo a darle todos los abrazos del mundo.
Ponte en lo peor.
No aparece. Nadie sabe nada. Llamas a la policía. Alguien ha hecho un cartel con aquella foto que el hiciste hace unas semanas y estaba tan guapo. Alguien… ya no sabes quién, te ha dicho que lo han puesto en el facebook. Por si alguien lo ve. La policiía no deja de preguntar. Tantas preguntas. Como si tu hijo no fuese un chico normal. Como si yo tú no fueses un padre normal.
Ponte en lo peor.
La noche se hace eterna. Las horas pasan y no hay noticias. Alguien habla de un coche  a una hora, un coche que nadie conoce.
Ponte en lo peor.
Alguien lo ha secuestrado. Lo ha engañado y lo retienen. Seguro que llaman. Algo querrán. Quizá no debería haber llamado a la policía. No hay dinero pero algo querrán. Tienen que llamar.
Ponte en lo peor.
No llaman. No hay nada que diga donde está.
Ponte en lo peor.
No, no te pongas en lo peor. Si te pones en lo peor. No vas a poder seguir. Si te pones en lo  peor vas a recordar todas esas escenas que le has evitado a tu hijo. Vas a recordar esas series de desaprensivos, los perturbados , los pederastas que … Si te pones en lo peor vomitas por que ahora las escenas las vives con tu hijo. Si te pones en lo peor solo quieres morir y necesitas seguir vivo.
Ponte en lo peor.
NO, no ten pongas en lo peor. Quizá. Quizá ha muerto pronto. Si, hay que buscarlo. Hay que buscar su cadáver. Ponte en lo mejor. Ha muerto pronto. Ha sido solo un momento, un susto. No ha sufrido. Ponte en lo mejor. Ya ha muerto. No hay dolor. Ni para él ni para mi. No duele la muerte.
Hay que tener esperanza. Lo vamos a encontrar. Pronto.

21/2/18

De gilipollas y otros menesteres.

Me estoy quemando. Uno, con la edad, espera churruscarse por igual, a fuego lento, sabiendo que va a cambiar la sustancia pero uniformemente. ¡Pues no! Resulta que si, que voy cambiando pero me están quemando tanto que en una de estas salto de la sartén y si alquien quiere comerme que lo haga crudo. 
En los últimos meses la insistencia machacona de algunos temas, muchos basados en la intolerancia, me han dejado callado, censurándome constantemente para no montar el pollo. Quemándome con insistencia sin siquiera darme la vuelta. Los independentistas catalanes están tan trillados que ya no preocupan, han dejado la lucha fuerte en las calles por lentejas (el que dice lentejas dice varios miles de euros), que le sigue suministrando la teta del gobierno. Berrear mientras no chupa, mientras los demás seguimos currando y esperando que nos caiga algo. Con el tema la igualdad, que yo pensaba que tenía de serie por la familia que me había tocado, resulta que no. Que soy un tío y da igual lo que piense. Que ya estoy condenado. Haga lo que haga lo voy a hacer mal por ser un tío. El chominismo igualitario al final resulta que nos hace mas desiguales. La generalidad nos hace gilipollas. Y en un tema en el que divide al mundo en dos: hombres y  mujeres. NO se puede generalizar. Hay de todo. Y lo peor es que lo hay en las dos partes. Al final terminas poniéndote en contra de los intolerantes y, solo por eso, ya eres un machista irredento. Lo peor es que he descubierto que descubierto que también soy facha. Toda la vida escorado a la izquierda y ahora resulta que, como creo que los derechos son para todos (hasta para los de derechas), eso me hace medio fascista. La liberta de expresión parece que solo la podemos disfrutar desde un lado. En cuanto algún gilipollas, ya sea rapero, político, machista, o ateo confeso, suelta algo que no le cuadra a una  parte esa libertad contrarestra con la dignidad de una parte y la tenemos liada. Es cierto que algunos gilipollas se podían morder la lengua pero coño... que nosotros no nos cortamos en poner a parir a la otra parte.

Lo peor de todo esto es que últimanente si que me estoy cortando que me aguanto decir que hay imbéciles con mas tonterías que mueble bar solo por que haya una parte a la que pueda molestar. Y oiga.... este es mi blog y si tengo que cortarme aquí... mal vamos. Además de que la salud me va a ir fastidiando por no contar lo que debo. 
Y ... que ya está. Que hoy paso de seguir . Debería pedir disculpas por el rollo pero... ¡Que coño! El blog es mío y escribo lo que quiera. 

18/2/18

Heridas.

Febrero pide a gritos alcohol
para todas esas heridas
que se me infectan
aún no se si ir a la farmacia
o al bar.

14/2/18

Miercoles de Ceniza.

- Buenas días señorita Munroe.
- Puede llamarme Ororo.
- Gracias Ororo. -Le sonrie el tipo trajeado.- Verá... quiero hacerle una propuesta de parte de la Hermandad de Cofradías de Córdoba para la próxima Semana Santa.


8/2/18

Pacatería.

De Cartier Bresson.


De pequeños nos reíamos de nuestras abuelas porque se escandalizaban con facilidad. Jej... ¡de pequeños! Ahora vemos como alrededor de nosotros manadas de moralistas crucifican cualquier comportamiento que no se adecue a sus ideas. 



Pacatería: Comportamiento propio de la persona que manifiesta excesivos escrúpulos morales.

4/2/18

Crisis.

- Ya voy saliendo del bache. - Le escucho a una mujer.

Y pienso que yo no es que esté saliendo del bache, si no que me he ubicado en él, que he puesto mi sillón y he encontrado una biblioteca. Que el bache, al fin y al cabo es confortable y... ¡Joder! Quedamos tantos ahí que incluso es divertido. El bache, ya, es mi casa.

2/2/18

Asesinato en diez palabras.

Ella entró en casa sin invitación, estaba preparado. Compré matamoscas.


El Albornoz.

La chica sigue en la cama. Después de una noche... "movidilla", el sueño aún nos vence a los dos. Ella no tiene prisa, yo si. Mi despertador ha sonado por segunda vez y me ha obligado a levantarme de un tirón. Recojo la ropa, el pantalón está en el suelo, busco un zapato que se ha ido de excursión por el pasillo, la camisa aún sigo en el salón. Necesito una ducha pero voy a llegar tarde al trabajo. Vuelvo a la habitación. La pintura de la noche anterior campa por el almohadón pero ella es guapísima incluso con los ojos llenos de rimel. Me acerco para preguntarle.
- ¡Ehhhh!¿Ummmh?... -¿Como se llamaba?- Perdona... ¿Puedo usar tu baño?
- Emmm?? Si. Pero date prisa.

Entro en la ducha. No me entretengo. Salgo y... ¡Joder! Un albornoz. ¡Odio los albornoces! No hay toallas a la vista. Lo miro, lo abro y la imagino saliendo de la ducha colocandose la prenda. Mi imaginación me provoca una erección. Hay que reconocer que debe estar espectacular con él puesto. Yo intento colocarmelo. Sin ser pequeña, al menos le saco veinte centímetros a la dueña. Así que me cuesta que mis brazos entren en el albornoz. Manga francesa, le llaman. Yo creo que es un amago de gilipollismo. ¿Que coño hago intentando colocarme eso? Cuando por fin entran las dos mangas lo coloco de mala manera. Dificilemente me tapa la entrepierna, al menos mi erección ha menguado. Me miro en el cristal del baño. ¡¡¡Joooodeeeer!!! ¿Quién me manda a mi...? En frente tengo a un tipo con barba, hirsuto, con vello en las piernas y un albornoz rosa con encaje en los filos. La vergüenza empieza a adueñarse de mi cuerpo y decido quitarme lo antes posible el albornoz. De un lado, de otro... ¿Que le pasa a esto? No hay manera. No puedo quitarlo de forma natural. Lo cojo del filo y voy bajando la prenda. Otra vez mas abajo, como si fuese un vestido de esos que hay que culebrear para que vaya desprendiéndose. Por fin cae al suelo. Es tarde, muy tarde. La chica sigue durmiendo. Debería preguntarle el nombre, o al menos cuando salga mirarlo en el buzón, pero... ¡Joder! ¡Odio los albornoces! 

31/1/18

Old Love





Tumbado en el sofá, la música campa a sus anchas por el salón. La lista que ha elegido no es suya pero le ha gustado la portada que tenía y después de dos canciones y un chupito de whisky ha encontrado el lugar ideal para abandonarse al libro. 
Entonces Eric Clapton empieza con los primeros acordes y escucha el ronroneo de una gata que sube por sus piernas. Una gata con rizos zainos y aliento de ron. Que va conquistando su sitio con besos húmedos entre cojines y ropa. La mano lenta va acariciando y el vello apunta al cielo. Da calor esa gata y sobran prendas. Había un libro en esta historia pero se ha perdido entre notas de guitarra. Solo piel y sudor. Me gustaría pensar que también amor. Pero es su canción, no la mía. Y solo estará conmigo mientras dure su viejo amor. 



Dan ganas de volver a repetirla una y otra vez pero ella es tan caprichosa como la selección aleatoria de Spotify y todos sabemos que las gatas solo puedes quererlas. No esperar nada de ellas. (He puesto la versión mas larga que he encontrado para escribir el post. La que he escuchado de verdad solo ha durado siete minutos. Siete minutos de gloria.)

A Gatuna. 
Que me hizo enamorarme de la canción.



Tirando de memoria.

Ayer me llegó una chorrada de esas en las que te entretienes con los compañeros de trabajo. Un conato de versos, una excusa para mirarle el culo a una señora y quedarnos embobados. Como los imbéciles que somos. Ayer, vía whatsapp, llego un papelaje en formato jpg con letra menuda, risas y alguna gota de whisky en el filo. Ayer llego algo para avergonzarse durante un tiempo si uno aún tuviese vergüenza.
Algo así como esto:

Pasas lenta, cadenciosa.
Tu culo se muevo al son
de una música celestial
que solo yo distingo.
El teléfono suena
mientras contigo sueño.
El ruido de fondo acompaña
a la gente que para, que lee,
que se mueve y deja
algo de su mierda
en mi mostrador.

25/1/18

Días largos.

La cama es su refugio. El silencio es un arma. Y a veces las alucinaciones una victoria. Cada vez son menos los momentos en los que es consciente de su realidad. No interesan. ¿Quién coño va a querer acordarse de lo que intentas olvidar? ¿Quién quiere reconocer que ya su cuerpo no le obedece? ¿Que sus piernas no lo aguantan? ¿Que no hay fuerza ni para cagar?
Por eso cada día es mas corto. Las noches acaban antes; y las mañanas, si Dios quiere, o  sus cuidadores lo dejan pueden llegar al Angelus. Cada día es mas corto pero para el la eternidad llega con la salida del sol. 

8/1/18

5 series de 2017.

Black Sails. De lo mejor que he visto en mucho tiempo. Piratas, barcos, traiciones y amores. Los personajes de Stevenson antes de hacerlos archiconocidos en su "Isla del Tesoro" mezclados con bucaneros históricos. El capitan Flin, Billy Bones, John silver junto con Jack Rackjam, Capitan Bane (que he vuelto a encontrarme en Los 100) Anne Bonny e incluso el Santísima Trinidad (Urca de Lima). Una serie que empecé con tres temporadas y mirando de reojo el inicio de la cuarta y última. Una serie que no te puedes perder. 

Sense 8. Con reticencias empecé esta serie que me ha encandilado. Ocho personas conectadas en el mundo, unos malos malísimos que quieren encontrarlos y las pasan canutas. Un decorado mundial y un final que te deja con ganas de mas. Afortunadamente Netflix quiere terminar con un final digno. A falta de una película para contemplar ese final, te recomiendo verla con el rabillo del ojo mirando el estreno. 

Taboo. Me vino recomendada y me gustó. Serie histórica que cuenta el regreso del hijo pródigo una vez muerto el padre que hereda una isla perdida de la mano de dios (cerca de Vancouver) pero que es el puente para el comercio de Inglaterra con la India y China. Todo el mundo quiere hacerse con la isla y el tipo que tiene mas tiros que un muñeco de feria capea el temporal mientras se mete en follones y bajo las faldas que le quedaron pendientes en su juventud. 

Borgen. Lo mejorcito que he visto sin cambiar de siglo. La política danesa que no parece nada del otro mundo te abre un poco la mente y la forma de actuar cuando no hay una alternancia en el poder. Una presidenta con mas cojones que el caballo del Espartero (Birgitte Nyborg) capeando al resto de políticos con un partido en minoría. (Muy recomendable para Arrimadas.)

Godless. Oeste, pistolas y mujeres. Un pueblo se queda solo con las mujeres al morir en un derrumbe de la mina todos sus esposos. El barman, el sheriff, dos viejos un jovenzuelo y un tipo que le ha robado a su antiguo jefe un botín son los únicos que van a pulular por esa aldeilla durante un tiempo. Una serie con pocos episodios y bien cerrada. 

Estas son mis cinco recomendaciones. Pero como han caído muchas mas las voy a ir dejando por ahí por si te interesa alguna. Por su puesto Sherlock y Juego de Tronos ya han aparecido en otras listas de otros años pero la temporada actual es innegable que siguen siendo de mis favoritas. 

Castelvania, Gypsy, Narcos, Luke Cage, Iron Fist, Lovesick, Club de Cuervos, Suits, Vikings, Blue Montain State, Misfits, ClientList, Sherlock, Outlander, Ministerio del Tiempo, Marco Polo, 13 Razones, Easy, Black Mirror, Crashing, Crónicas vampíricas, Blindspot, Defender, Estoy vivo, Mindhunter, WestWorld, Norsmen, Tu, yo y ella, Wynona Earp, Wet Hot Summer.

En amarillo las que recomendaría, en rojo las que he pensado seriamente poner entre las cinco que mas me han gustado. Así que échales un ojo. El resto... bueno, ahí están unas mejor que otras, mas divertidas o menos pero si dispones de poco tiempo... ni te lo plantees. 



3/1/18

Feliz Año.

Empezamos año. Desde hace diez no me hace tanta ilusión los que acaban en ocho. Pero también, ese que acabó la última vez en ocho, me enseñó que los años, ya sean pares o impares, múltiplos de cinco o primos no tienen nada que ver con como se desarrolle. Que al final siempre es culpa nuestra por elegir de una manera u otra. Elegimos constantemente: los números de la primitiva, o echarla, a los amigos, a las amantes o novias. Elegimos hasta a la familia. Por que me puedes decir que esa no la eliges pero si que lo haces. Eliges quedarte con ella o no. Quererlos o hacer tu vida en Fernando Po sin contacto con nadie. Elegimos todo el tiempo. 
Solo espero que mis elecciones, y las tuyas sean lo mas acertadas posible. 

Feliz Año 2018.