31/8/15

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Es curiosa la sequía literaria que produce la felicidad. 

Bubo dixit.

23/8/15

Cenicienta.

Aún no son las doce. Hace cincuenta minutos he escrito un tweet en el que decía que no podía sacarle mas horas al día. ¡Desde luego hoy no me puedo quejar! Han sido veinticuatro horas muy bien aprovechadas. Hasta la última, esa en la que se suponía iba  a ser imposible sacar nada mas, esa en la que tenía que dormir y descansar porque el cuerpo se negaba a hacer nada. Incluso esa hora... También la he aprovechado. Resulta que no me podía dormir, He actualizado software. He visto la luna que está preciosa desde mi ventana y podido sentir el calor de alguien que dormía al lado. Yo no. Yo no he cogido el sueño, será el cansancio. Aunque ahora, que en la calle han dejado de escucharse a los niños jugando, que algún coche parece pasar de puntillas, y que solo el ruido de un aire acondicionado va marcando los segundos (el del puto vecino que no lo arregla), aún quedan unos minutos para ponerme enfrente del ordenador y escribir que días como hoy deberían enmarcarse. 
Pero ya falta poco para que acabe y el siguiente espero que me pille en la cama, con el sueño que estoy recuperando mientras escribo y con la niña que duerme en el colchón arropada. (Arropada por Dios. ¡Con el calor que hace!). 
Se me hace tarde. Nos vemos mañana. 

20/8/15

Musas.

La musa de la felicidad está pintándose el rabillo del ojo. En ese instante han entrado dos o tres que me llevan directamente al ordenador. Empiezo a escribir. Aún no las distingo, sin lugar a dudas una es la de la prisa. Tecleo sin saber casi lo que escribo. Desde el baño la musa de la felicidad grita:
- Nos vamos...
Y empiezo el final de este micro.

La felicidad está muy reñida con la escritura que yo  suelo hacer en estos lares.

12/8/15

Lo mismo te echo de menos, lo mismo, que antes te echaba de mas.

¡Ya ha llegado! Espero que no dure mucho. ¡No! No creo. Antes si. Antes la morriña me duraba casi mes y medio. Llegaba incluso antes de que pudiese echar de menos y no se iba hasta ya entrado el curso escolar. Cada año un poquito menos pero todavía, después de ocho años, me llegan unos días en los que estoy más tonto de la cuenta.

He estado un mes y medio sin pensar en otra cosa que no fuese el niño, el desayuno, las comidas, los juegos, las salidas, la play… Todo el día  pensando como padre. Y ahora… Ahora tengo tiempo, si no quiero ir a la casa a comer ni voy, de hecho si no quiero comer ni como. El cine de verano vuelve a ser una opción y recupero mi vida social. He estado un fin de semana de viaje y me caminado hasta hartarme sin tener que estar pendiente de que nadie se canse. (Bueno… esto no es cierto del todo.) Puedo quedar con mis amigos, ir a la piscina cuando me apetezca, dejar la tele desenchufada y no ver nada. Y, por supuesto, se han acabado los programas de cocina. El Jardín botánico vuelve a estar al lado de casa y cualquier punto de Córdoba está a menos de quince minutos en bici. Nada de autobuses, coche y disgustos para ir sitio. El mundo está más cerca, hay más espacio, más tiempo, incluso más ganas pero hoy… Hoy hecho de menos al carajaula de mi nene. Y es que por muy cafre que sea, luego, el imbécil, se hace querer. 


7/8/15

Con lo fácil.

Con lo fácil que es amarla todos los días
y lo complicado que lo hace en los festivos.
Con lo fácil que es querer sus virtudes,
sus defectos, su ansia y su angustias
y lo dificil que lo hace en los recibos
de las mías.
Con lo fácil que es amarla
y se empeña en que no la quiera
por lo que es.