30/6/16

El sueño.

Ya casi puede dormir de pie. Con un zapato del 44 y unas piernas anchas no debería tener mucho problema. Pero decide hacerlo en el sofá con una postura de contorsionista hindú. Solo hay una condición: parte de su cuerpo tiene que estar encima de mí. Da igual que sea la cabeza, una de las manos, alguna pierna o la espalda. Vale cualquiera y además, como esas estatuas vivientes con monedas en la base, de vez en cuando, cambia de posición. 
Me digo que quince años son muchos años para tenerme bajo su presión, Que en el trabajo aguantaría bastante menos. Que ya es hora de que se eche una novia y le de la brasa a ella. Me digo todo esto mientras me acomodo a sus piernas y las dejo colocadas como si pudiese tenerlas encima toda la vida. 

26/6/16

Rayden.

Yo soy de los que aman sin poseer,
de los que entienden que el amor
es sinónimo de poesía. 

David Martínez Álvarez.
TerminAmos
y otros poemas.


22/6/16

París.

¿Quién coño me mandó ir a París? Los paseos por el Sena, los cafés de los grandes escritores, Montmartre, Notre Dame... ¡Joder, la torre Eiffel! ¡No te lo puedes perder! Me decían. ¡Hijos de puta! Eso es lo que son, unos hijos de puta. A mi París solo me ha gustado cuando Indurain terminaba de amarillo y los gabachos se tenían que tragar el himno español en los Campos Elíseos. Pero claro... ¿quién es el guapo que le dice que no a tía con la talla cien? ¡Yo no! Desde luego. 
Y allí nos fuimos en un mierda de vuelo de esos en los que solo puedes llevar una bolsa de asea como equipaje y el asiento es mas incómodo que una silla plegable de verbena. 
Lo peor de París es que todo tiene nombre francés. El aeropuerto tiene nombre de un gabacho: Charles de Gaulle. Un presidente que lo mejor que hizo fue echarle un par de huevos a los americanos. Y por su puesto en Paris... ¡Llueve! Pero llover de verdad. Nada de esa lluvia que le dice Audrey Hepburn a Humphrey Bogart que se encargue al llegar. ¡No! Una lluvia del tipo traeme bichos que me hago un arca. Cuando yo he estado en París el Sena era navegable, pero por submarinos nucleares. Hasta peces abisales han encontrado después de mi partida. Así que los paseos por el Sena... ¡A tomar por culo! Las terracitas del Latino... ¡Ja! A ver quien era el guapo que se fumaba un cigarro y se tomaba un café en una de esas. Ni un puto pintor en Montmartre. ¿Quién coño se va a poner a pintar allí? ¿Al oleo? ¿A la acuarela? ¡Ni con brocha gorda se podía pintar! El Louvre como si estuviese en obras. La Torre Eiffel es un pararayos a lo bestia. ¡Una mierda me iba a meter yo en mitad de un pararrayos! Notre Dame es lo único que tenía pinta de seguir durante otros siete siglos sin importarle el agua. Pero... ¿me voy a meter yo  en una iglesia con la tipa esta? ¡Que si, que muy buena! Pero ya me metieron una vez en una iglesia y me sacaron hasta la muela de juicio. Por muy rubia y buena que esté no me vuelve a meter en otra. Así que los tres días de París lo mejor que puedo contar es que tiene un hotel llamado Campanillas, o algo así, medianamente decente. Por lo demás... Mas o menos como Sevilla. Si le quitas la gente que vive allí puede ser preciosa, solo le sobra la gente. 

14/6/16

Mirones.

- Lo mio es mas voyerismo. 
- ¡Déjate de pegos! Lo que eres es un mirón. 

No hay nada como querer ser, con lo mismo, algo más. Y mejor si es en francés. 

11/6/16

Secreto mañanero.

El tipo se levanta de la mesa de trabajo y empieza a recoger sus cosas. Siempre es el primero en llegar y el último en irse pero hoy debe salir antes. Es entonces cuando sus compañeros lo ven y se asustan. La tiene en sus manos. Lo siguen hasta la salida como si llevase un arma mortífera. El miedo que les ha hecho retirarse unos centímetros de él ahora los hace acercarse un poco. Como gatos curiosos. ¿Quien lo diría con lo serio que parece? Es como encontrarte a tu vecina en el supermercado con traje de cuero comprando fruta y gel lubricante a espuertas. El tipo abre la puerta, la flama entra en el local, los mira como conociese algún secreto arcano oculto y entonces coloca su rebequita en brazo derecho. 

4/6/16

A desayunar.

¡Tengo hambre! Tengo tanta hambre que me tengo que poner a escribir lo primero que se me ocurra. Me gustaría haber traído una manzana y empezar a jugar con la navaja mientras la voy mondando. Ir comiendo trocitos pequeños y hacer dibujos en la piel. Nada de virguerías. Triángulos, cuadrados, cruces... Solo lo justo para que se quede una pequeña marca, para saber que es lo siguiente que va a trocearse. Aunque lo que de verdad me gustaría es una tostada con tomate y jamón, o una de esas que antes tenían en el bar con sobrasada, pero de las de verdad. Una sobrasada colorada que nada tiene que ver con las que te traen ahora en un bote pequeño y hay que estudiar areas y volúmenes para poder extenderla por toda la tostada. 
¡Tengo hambre! Y no parece que se vaya, al contrario estar hablando de la comida, aunque sea de la puta manzana me está dando mas hambre. Debería seguir escribiendo, de hecho es lo que está ocurriendo y mientras no pienso mucho en la comida. Pienso en que tengo con un subrayado rojo y ondulante la palabra "virguerías", ahora mismo desconozco si es así "vilguerías". La otra palabra con subrayado es "areas" aunque esa, en cuando deje de escribir y pare un rato si que tengo claro que lo que le falta es una tilde. 
Me llaman...


- ¿Que si quiero ir a desayunar?- ¡¡Que pregunta!!

2/6/16

02/06/2016 Amanece.

Entra el sol con un poco de vergüenza en la habitación. Piensa que va a encontrarme con alguien y viene tímido, justificándose. Cuando llega a la cama y descubre que estoy solo es cuando se desparrama por la habitación. Como un niño que después de ser aleccionado para no despertar a los demás cuando se levanta se encontrase con el permiso de los padres y con su infancia llenase todos los rincones. 
Sonrío cuando veo como se adueña de todo y me despereza. 
Me carga las pilas. Pilas alcalinas para un día ajetreado.