27/11/18

Hat

No recuerdo de quien es la frase: "No hay nada mas ridículo que un hombre corriendo tras su sombrero".

Quizá por eso he perdido varios. Bueno... por eso solamente no. El primero lo perdí, mejor dicho, se me escapó en Sevilla. Me salió trianero y por el puente que le da nombre al barrio decidió llegarse a Sanlúcar. Mas que correr, hubiese tenido que nadar para recogerlo. Quizá no fue mi sentido del ridículo, si no mi sentido de la lógica, el que mi hizo despedirme de él desde la barandilla del puente. Decirle adiós con la mano y aún alzada para intentar reterlos y mirarlo desaparecer con el rostro apoyado en la barandilla.
Mi segundo sombrero terminó haciéndose toledano. Se quedó en un piso de una calle con nombre de virgen y dueña generosa como tal pero sin el mismo calificativo. Y es que la salida de Toledo se hizo con mas premura que cálculo. Quizá no era cuestión de vida o muerte pero si de varias hostias que no deberían venir la caso. En mis siguientes visitas a Toledo, ni recuerdo la calle ni sabría poner cara a la nueva propietaria sin localizar un lunar con pinta de duende bajo el pecho izquierdo.

Correr tras un sombrero es, ciertamente, ridículo. Cuando lo recuperes tienes que mostrar la máxima elegancia y si no... dejarlo partir.



P.D. Los sombreros de feria no cuentan entre los que he perdido.

9 comentarios:

  1. Parece que más que por miedo al ridículo los tuyos los has perdido por instinto de supervivencia y/o conservación.

    El perdido en Toledo parece la promesa de un relato. Me siento curiosa ;-)

    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues lo mismo tienes razón. La mayoría de las veces, cuando el sombrero se escapa, suele ser alguien ajeno quien lo recupera por mi.
      Eso si, ya he aprendido a colocarlos y ahora estoy como Indiana, no se sale del cabezón.

      Eliminar
  2. Yo en Sevilla más que sombrero, lo que perdí fue la cartera que desconozco si tiene algún parentesco con ese señor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ahh pues mire usted por donde detrás de la cartera si que hubiese corrido. Aunque tengo suerte, la única vez que la perdí fue en una alcantarilla. Volví a recuperarla, asquerosa pero con todo el "material" intacto.

      Eliminar
  3. Eso te pasa por usar sombrero, Bubo. Yo soy experto en gafas de sol, pero no me da para un relato tan redondo como el tuyo. Eres un genio. Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De esas si que pierdo. Lo mas grande. Si tengo que enumerarlas todas no me sale un relato, me aparece otra Ana Karenina lo menos.
      Unas se han recuperado.Recuerdo una que se cayó en el baño de un bar mientras ayudaba al infante en la micción (mientras el cabrón seguía meandolas y riendose por mi torpeza) y después de recuperarlas (y limpiarlas lo mejor que pude) volví a colocarmelas.

      Eliminar
  4. Por mi parte he decidido evitarme ese inconveniente no utilizando sombrero en lo absoluto...

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mi es un accesorio que me encanta. Y si cuando era joven ya lo usaba ahora, que el pelo escasea en la sesera, casi se hace imprescindible.

      Eliminar
  5. de joven usé muchísimos sombreros, de invierno, pamelas de verano... y pañuelos de muchos estilos...
    ahora me quedo solo con los de lana en los días de mucho frio y poco más...
    no todos lo saben usar, hay que tener personalidad....hasta para perderlos
    besos

    ResponderEliminar

¿Qué me dices?