25/2/10

El sol... de noche.

El día intenta encabronarse conmigo.
Trece horas de curro,
¡hoy me tocan trece horas!
La lluvia no para,
y parece que los pantanos,
en lugar de agua,
desembalsan imbéciles.
Estos llevan un curso distinto a los ríos
y cuando se desbordan anegan la estación.

El día intenta encabronarse conmigo.

Pero ella se empeña en lo contrario.
Hoy el Sol sale a las nueve de la noche.

22/2/10

Lluvia...

¡Bien! 
¡Lo hago oficial! 
¡Estoy hasta la polla del agua! 
Si hubo una temporada en la que no me importó que callese el diluvio. 
Si hubo una etapa en la que agradecía cada gota que me mojaba 
sin distinguir las lágrimas de la lluvia. 
Si hubo un mes en el que cogí el paraguas,
usándolo todos los días para no descubrir mi cara.
Esa… ya ha pasado.
¡Joder! 
¡Que salga el sol!

¿Como se puede estar quemado con tanta lluvia?

21/2/10

Quinada

   Entro en la bar. En la barra un camarero limpia un vaso. 
   - ¡Pongame un whisky! ¡Doble! ¡Necesito olvidarla!
   - Olvidar... ¿a quién?
   Entonces lo miro. Bajo los ojos ligeramente e intento recordar. 
   - Esta bien... póngame unos huevos fritos, una cerveza...


Versioneando al Dios Quino.

20/2/10

Sabado...

Sabado, sabadete... Pensó.
Se levantó de la cama, meo copiosamente, se anudó la bata y buscó el hueco de la noche anterior en el sofá. Apuró la cerveza que quedaba en la mesa. Estaba caliente, como él. Los sábados por la mañana solo hay programas infantiles, pero en el disco multimedia hay un buena reserva de pornografía. Dudó si hacerse una paja con una buena actriz o con las supernenas.

Burbuja le guiñaba un ojo... lo vio claro.
Sabado, sabadete...

18/2/10

Polvo eres...

Las niñas de Santa Victoria ya estaban sentadas en los bancos de la iglesia. El colegio lo tiene prohibido pero casi todas llevan la falda muy corta. Sus pliegues a cuadros, sus jersey de pico, y esas tetas que empiezan a despuntar hacen que empiece a salivar. Como si toda esa carne fresca estuviese esperándome para una barbacoa. Esperan para confesarse, algunas me saludan, me conocen de otros años. Y desde que vine obligado la primera vez no vuelvo a perderme un miércoles de ceniza. Hay una regordeta que ya está arrodillada en uno de los laterales del confesionario. Entre sin hacer ruido.
- Ave Maria Purísima.
- Sin pecado concebida. – Le digo mientras voy subiendome la sotana.- Cuentame tus pecados, hija mía.

16/2/10

Ya no tengo edad.

Ya no tengo edad de pedalear atropellando peatones en las aceras. Ni de pararme a mirar el culo de las niñas que se pasean. No tengo edad de salir de madrugada y buscar un bar donde aún me hablen. Y... para nada, partirme la cara con ningún chaval.
No tengo edad de llegar a casa sin encontrar la llave. O de coger el primer autobús buscando risas. Ni siquiera de usar estos pantalones que se rajan cada vez más. Me lo han  dicho infinidad de veces. Fran... ya no tienes edad. 
Pero hoy he atravesado un rio antes de regresar. Y al llegar a casa, en la maleta, traigo trozos de felicidad. Se esparcen por la casa para encontrarlos en tardes de cogñac. Desde luego... ya no tengo edad.¡No! No tengo edad de desperdiciar el tiempo haciendo lo que hacen los demás.

9/2/10

Ducha

Entrar en la ducha es hacer un viaje a traves del tiempo. Una lluvia de recuerdos, un baño de esperanzas, una manera de anegar el cerebro o limpiarlo.

Todo depende de como te hayas levantado esa mañana.

7/2/10

Respirar.

Respirar profundamente.
Una vez...
- ¡OIGA! ¡OIGA! ¡ME TOCA A MÍ...!
dos veces... tres veces...
- ¡EL AUTOBÚS...! ¿POR QUE NO ESTÁ AQUÍ? ¡CINCO MINUTOS DE RETRASO...! ¡OIGA! ¡OIGA!
cuatro veces, cinco veces...
- ¡Me puede dar los horarios para Pamplo...!
- ¡ESPERESE...! ¡OIGA! ¡ME TOCA A MI! ¡IMBÉCIL!
seis veces, siete veces...
- ¡MI AUTOBÚS! ¡PERO... MÍREME! ¡HIJO DE PUTA!
ochonuevediez.
Abrir el cajón. Coger la pistola. Disparar.

Respirar profundamte. Guardar el arma. Sonreir. Preguntar mientras el tipo sigo en el suelo:
- ¿El siguiente?

La cámara

Había pasado tres meses desde que la enterramos. Ella venía de hacer un reportaje a una de las encinas de la sierra. La carretera era dificil, la nieve había estado presente en los últimos días, pero me dijo que no podía dejar pasar esa oportunidad, que necesitaba esa fotografía.
Mi suegra fue quien me trajo la cámara. Yo no entiendo de estas cosas me dijo. Durante unos días la cámara estuvo en la mesa del salón. Recordandola. Hubo ratos que me dieron ganas de cogerla y tirarla por le balcón, la recordaba a ella, fotografiando cualquier escena, a mi, que harto me tenía a veces, sonreí, por fin sonreí al recordarla. Fue entonces cuando busqué su reportaje. Su primera fotografía era de un hombre, el guardabosques con su uniforme de la junta. Después seguían otras del mismo tipo. Abrazandola, besándola, haciendole el amor...

Ni un puto arbol en toda la tarjeta.

1/2/10

Rock

Igual que los estudios indican que los obesos y los fumadores son más felices, los amantes del rock contamos con una mente más libre, más amplia, con menos ataduras.


Salvador Gutiérrez Solis
La Tribuna.