31/7/18

Lector omnisciente.

Sabía que era el asesino. Desde que dieron las vacaciones lo había seguido por todos los rincones. Cada página me llevaba a la mismo conclusión pero descubrí tarde que el cadáver era yo.

23/7/18

Un día normal.

Es un día normal. De esos que no traen nada nuevo. Y el sueño no se iba de la cama ni siquiera cuando el despertador sono, como pasa siempre, por segunda vez. No hay rebajas en el supermercado por que hoy, el capricho, solo nos lo hemos podido dar con un yogurt de trufa. El pan, la leche, las cebollas y el salchichón cuestan lo mismo que ayer. Hoy es un día normal y ella ha comido sano y yo... yo no. Y la siesta ha sido corta y el calor no ha sido sofocante. ¡Que buen verano llevamos! Ella sale a pasear y, en el centro, recoge un talonario de la Mutua. Me dice que pasará por mi trabajo para recogerme, eso no es normal. Pero si entra dentro de los planes en los que los dos iremos de la mano. Hoy es un día normal. Por eso quiero hablar con ella y decirle que estos días, estos tan normales, para mi son especiales. 

19/7/18

La acabadora.

Me he vuelto a enamorar. Se llama María Listru. Tiene un mirada inocente y descarada. De esas que aparecen cuando la falta de años se suplen con la insolencia de conocer la verdad mas profunda. Esa que luego se diluye entre penas y hostias (a veces las que nos dan los que queremos y otras la vida misma). 
María es encantandora. Traviesa (por que robar con pocos años es solo una travesura) y coqueta. Es la cuarta hija de una familia que a la que ya le sobraban mujeres. Quizá por eso su madre no tardó en darla como fill´e anima a la tía Bonari. 
A María, esa foto, se la hizo Carlo Bevilacqua, un día que visitaba algún difunto con la tía Bonari. Yo aún no conocía su historia que escribió unos años mas tarde Michela Murgia. Pero desde ayer que la conocí un poco mas... me volví a enamorar. 


10/7/18

Atreverse.


Aún no se decide. Seguir adelante, atravesar la puerta o esperar. Mira su móvil, como si fuese a darle la respuesta correcta. Detrás de ella, como si se avergonzase de su poca decisión, su reflejo le da la espalda.

2/7/18

Dejarse querer.

Dejarse querer es un buen oficio salvo que la otra parte resulte atosigante. 

Noche de aparecidos.
De José Luis Martín Vigil. 

(Recomendado para los que nos gusta escribir.)