La conocí en un día cenizo.
Ni rubia, ni morena, ni cobrizo.
Llevaba el pelo como yo el año.
tirando para oscuro su castaño.
Pero no fue su cabellera
lo que se metió en mi sesera.
Señores... yo me enamoré de su sonrisa,
de su ausencia de prisa,
de sus pocas gana de llevarme a misa.
De unas piernas que desafiaban al universo,
con sus minifaldas chiquitinas
hablándome entre sus muslos en verso.
Y yo, que he parado en tanto puerto
dejé de arrullar a las antiguas meninas
y terminó llevandome al huerto.
La conocí un día cenizo.
Ni era rubia, ni morena, ni rojizo.
Y entró como un fantasma en casa
sin ruido, sin maletas y sin plaza,
acomodándose en el otro lado de la cama.
Ahora baila saltando entre mis mis tornillos
y canta rock de AC/DC y Extremoduro
si le hacen daño se encierra en su muro
pero si es a otros, ella te saca los colmillos.
Tiene días que sube como la masa
y los termina con lágrimas en un portal oscuro.
La conocí un día cenizo.
Y aún sigue escondida en un corazón con cobertizo.
Aquella que ni era rubia
ni morena, ni cobrizo.
VEINTIDÓS DE DICIEMBRE: LOTERÍA
Hace 24 minutos
veo que no puedes olvidar a Silvia...... hay personas que dejan huella, verdad?
ResponderEliminarNunca he conocido a nadie que se llame Silvia. (Bueno si, a una de tercero de EGB, era guapa la chica pero por aquel entonces yo estaba con enamoradísimo de Dolores. Ahhh y por ahí hay ot)
EliminarMe que he quedado a medias. Te decía que por ahí hay otra señora/señorita que anda con el mismo nombre pero ni conozco.
EliminarMiau.
ResponderEliminarOoooh, aaaah.
ResponderEliminarDentro de lo precioso, el tercer y cuarto verso me han atacado especialmente por la espalda.
(Yo no soy, eh. Una es absurdamente morena)