Coincidimos en la escalera y entonces me besa. Es un beso furtivo, buscándome la boca. Su hija Carmina, que siempre la acompaña, suele mirar para otro lado y después se disculpa. Dice que le recuerdo a un antiguo novio. Que ahora su cabeza está más en sus veinte años que en los ochenta que sobrelleva. Que a veces es difícil que recuerde a sus nietos, pero recuerda el precio de la toquilla que compró antes de casarse.
Hoy la he acompañado hasta el piso y mientras esperábamos que Carmina subiera me ha confesado que es mi hija.
yo tenía un vecino que siempre me contaba sus batallitas de cuando hizo la mili en la postguerra... y decía que no se acordaba de lo que había desayunado.... y esta hija tuya nueva, la vas a reconocer?
ResponderEliminarEl otro día me estuve riendo un montón con anecdotas de mis padres. De cuando se casaron y estuvieron de pueblo en pueblo. Se conococían todos los nombres, como eran los lugares. ¡Coño! Me explicaron Niebla como si acabase de salir de Huelva. Eso si, no les preguntes que han comido que no lo recuerdan
EliminarLa memoria puede ser sabia o muy putilla¡Muy chulo!
ResponderEliminarLo importante es tenerla. Después nosotros podemos decidir que hacer con ella, si regalarnos la vida o joderla.
EliminarCada día me gustas más escribiendo.
ResponderEliminar¡Zalamera!
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