Tose.
Y cada vez que tose pierde el alma.
Como un yo-yo que saliese fuera del cuerpo
buscando un camino imaginario
y regresando como un niño
con ganas de correr.
Sujeto por esas gomas
que dan su salida.
Cuando el alma vuelve
duele.
Duele el pecho desde el tiempo
y por un segundo parece recuperar
la cordura.
Y duele la vida.
La vida le duele a horrores.
No saber también duele
pero no tanto como ese segundo de cordura.
Duele recordar la risa.
¿Cúanto hace que no ríe?
Que su mueca de dolor
se quedó grabada en su cara.
Como la de un villano de Batman.
Duele. Y vuelve a toser.
Lo dicho, duele la vida.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Me quedé en silencio con una amiga próxima de dar el último tosido.
ResponderEliminarUn salido de Buscador