El café frio le recordaba que aún no había tomado una decisión. La taza llena de el color de su esperanza, el sabor amargo como las lágrimas de la primera novia. La música sa en los muebles del salón le traía recuerdos y pesadillas.
Por fin, dando un salto, se levantó del sofá. Se había decidido.
Bebería whisky.
VENTIUNO DE DICIEMBRE: "TRANSPARENTE"
Hace 6 horas
Como a vida o muerte ...ea ...con dos cohones
ResponderEliminarA la mierda el café, el whisky tiene otro color.
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