27/11/24

Pasear al perro.

 Se agacha con todo el dolor de sus rodillas y parte del alma para coger una pelota pequeña. Se incorpora lentamente y vuelve a tirar la pelota poco mas lejos de lo que sus brazos le dan. Son unos metros los que recorre el perro que está a su lado para volver a recoger su juguete y ponerla a sus pies. Lo mira como una madre cansada que ya no tiene ganas de mas hijos. Mira a un lado y a otro del parque. El ansioso perro corretea a su lado, ladra, se tumba, se levanta, se sienta, se revuelve a su alrededor y con el hocico le acerca la pelota. Ella se gira un poco. Ni se agacha esta vez. Le da un puntapié al lado contrario, el perro corre, esta vez no la pilla tan pronto, la ha disparado con ganas y la pelota, con su perseguidor detrás, cruza la carretera.  

5 comentarios:

  1. Qué cosa más bonita has escrito y además es cierto, para algunas personas su perro es como su hijo, aunq estén cansadas de hijos y hasta de vivir, gracias !

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  2. Ay, ojalá no pasaran coches en ese momento.
    Escribes un cuento tierno, triste y con un final que abres a muchas posibles interpretaciones, aunque esa carretera suena a despedida.

    Dicen que las mascotas dan vida a las personas mayores. Lo que pasa es que ni siempre tienen ya la energía para cuidarlas como merecen.

    Besos

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  3. Por una vez discrepo con María, ese cruzar la carretera me resulta inquietante, nunca acaba bien para un perro decidido...

    En mi barrio he visto esa escena muchas veces, pero al final la mujer compró un lanzador de pelotas en amazon que las recoge del suelo sin agacharse. Ahora los dos son más felices.

    Oye, María, son ilusiones mías o leemos los mismos blogs?? que buen gusto tiene usted :)

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