Se acacha con todo el dolor de sus rodillas y parte del alma para coger una pelota pequeña. Se incorpora lentamente y vuelve a tirar la pelota mas lejos que sus brazos le dan. Son pocos metros los que recorre el perro que está a su lado para volver a recoger esa pelota y ponerla a sus pies. Lo mira como una madre cansada que ya no tiene ganas de mas hijos. Mira a un lado y a otro del parque. El ansioso perro corretea a su lado, ladra, se tumba, se levanta, se sienta, se revuelve a su alrededor y con el hocico le acerca la pelota. Ella se gira un poco. Ni se acacha esta vez. Le da un puntapié al lado contrario, el perro corre, esta vez no la pilla tan pronto, la ha disparado con ganas y la pelota, con su perseguidor detrás, cruza la carretera.
MI COMIDA PREFERIDA
Hace 5 horas
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