Me despierto media hora antes de que la alarma del móvil suene en la habitación. El pie derecho en el suelo, la mano izquierda bajo la cabeza. Como si quisiera auparme y empezar el día. Pero es domingo y la pereza aún me puede aunque me toca trabajar. ¡En domingo! Otra vez. Tantas ya que debería estar acostumbrado.
Y pienso que no debería costar tanto levantarse de la cama. Que, al fin y al cabo, es el último día. Que vestirse no va a suponer un problema con el calor que hace en Córdoba y los pantalones cortos y las camisetas son la mejor opción.
Ella sigue dormida mientras recojo algunas cosas y salgo de la habitación. Cierro puertas para que la máquina del café no se oiga en todo el edificio. A veces echo de menos mi cafetera italiana. Es temprano. Muy temprano para salir de casa pero ya está decidido. Vuelvo a la habitación y le cambio un beso de café por un gruñido y una mueca.
Cojo la mochila, en la puerta está la maleta preparada. Mañana toca despertar en otro lugar.
Así es la vida , somos aves itinerantes por motivos mil.
ResponderEliminarY mas en verano!
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