2/8/21

La madre.

 Camina con paso lento de la mano de una de una mujer que hace tiempo pasó la cincuentena. Ella va despacio con una de esa muñecos que parecen un bebé de verdad. De vez en cuando se para y le hace alguna carantoña que el bebé muñeco no corresponde pero si la mujer que la acompaña. Pasean por el parque y se toman una cocacola en uno de los bares con terraza. Los paseantes las miran sorprendidos y no pueden evitar sostener una mirada incomprensible al bebé que ella maneja con primor. 

Después las dos se levantan con cuidado y siguen su camino. Una reja se les abre y entran. Una mujer vestida de blanco impoluto lleva su nombre bordado en la camisa: Blanca. 

- Buenas tardes Carmen. ¿Cómo ha ido ese paseo? - Le pregunta Blanca mientras le hace una carantoña al bebé muñeco.

Carmen solo le sonríe. Y entonces la señora que ya no cumplirá los cincuenta se le acerca y le pide al bebé muñeco. Carmen la mira, confía en ella, algo le dice que debe ser buena persona y se lo entrega. Entonces, con el muñeco sujeto como si fuese su propio hijo, le dice que no se preocupe. Que acompañe a Blanca a hacer la comida y ella se ocupa. Y antes de que las dos se pierdan tras la puerta de cristal la abraza con el brazo libre y le da un sonoro beso mientras le dice bajito al oído:

- Mañana nos vemos de nuevo mamá. 



Post. 

Carmen hija, una vez que Blanca y su madre han traspasado el umbral y está fuera de su vista agarra el muñeco bebé de una pierna y lo balancea como si fuese una raqueta. Siente un pequeño placer al agitar el muñeco al que se su madre le profesa el cariño que ya no da a su hija. 



Y... ¿esto a que viene? Pues que hoy he visto a una señora con uno de esos muñecos haciéndole carantoña mientras la familia la llevaba de vuelta a la residencia. Me ha llamado la atención el instinto maternal que despierta el alzheimer. La responsabilidad de los hijos vuelve cuando ahora son ellos los que se encargan de los padres.  

 

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