Un paso, otro mas, aún le quedaban tres para llegar al abismo. Podía ver el mar, escuchar las olas quebrando en las rocas, saborear la sal y oler su su miedo. Otro paso, mas lento, mas inseguro. Tragando saliva, con los ojos vidriosos y echando de menos el ánimo rezagado que le había empujado hasta ese momento. Avanzó algo mas, ni siquiera es un paso pensó, y consiguió ver la espuma efervescente subir por las rocas.
- Como nata y chocolate. - Se sorprendió al darse cuenta que lo había dicho en voz alta.- Como nata y chocolate- Repitió.
Y sacando la lengua por la comisura de sus labios volvió a saborear la sal. Pensó que tenía hambre, y ganas de tarta. Que quizá hoy no era un buen día para saltar. O al menos no era un buen momento para hacerlo con la estómago vacío.
Está bien que la nata y el chocolate sirva para algo más que para engordar, en este caso salvó una vida.
ResponderEliminarNo se que decirte. Ayer casi me suicido comiendo brownie.
Eliminar:D
EliminarEs lo que se llama "muerte por chocolate".
Los pequeños detalles, los pequeños placeres de la vida, son lo que nos salva.
ResponderEliminarUn relato muy simbólico, me ha gustado mucho.
Gracias Ángeles. Te debo un brownie.
Eliminar:D ¡Lo apunto!
EliminarYo como piense en chocolate tampoco salto.
ResponderEliminar😉 dulce y golosa que es una (y un poco cobarde también)
Besos.
NO tengo claro que no saltar sea de cobardes. ¡Al contrario!
EliminarEso si, el chocolate salva mas vidas que los bancos de sangre.